sunto, con el malvado proposito de
robarle un gran triunfo oratorio.
Penso que tal vez este profesor mentia por defender a su protegido, y
dijo friamente:
--?Que interes puede tener el gobierno en suprimir al Hombre-Montana?
--El interes de servir a Momaren--contesto Flimnap--. El Padre de los
Maestros quiere vengarse del Gentleman-Montana, no solamente por lo
ocurrido en su fiesta, sino tambien porque se imagina que el gigante
protege a uno de sus mayores enemigos.
El profesor sabia lo que representaba para Gurdilo esta segunda
insinuacion. El ser mas odiado por el en todo el pais era Momaren. Desde
su juventud les separaba una rivalidad de condiscipulos. Gurdilo habia
aspirado luego al alto cargo de Padre de los Maestros, y era Momaren
quien lo obtenia. Tambien deseaba vengarse de los sarcasmos y
murmuraciones con que le habia molestado este ultimo en muchas
ocasiones. El grave Momaren, que parecia incapaz de mezclarse en asuntos
mezquinos, mostraba una malignidad extraordinaria al hablar del famoso
senador. Seguro del apoyo del gobierno, no le inspiraban miedo sus
discursos, y hasta se atrevia a criticar su existencia privada, dudando
de su aparente severidad y acusandolo de hipocresia.
--iAh! ?Conque es Momaren el que desea la muerte de ese pobre gigante?
Despues de proferir tales palabras, el senador se mostro dispuesto a
aceptar sin resistencia todo lo que dijese Flimnap.
Este adivino en su mirada una repentina simpatia por Gillespie. Bastaba
que Momaren y el gobierno deseasen la muerte del Hombre-Montana, para
que Gurdilo mirase a este como un cliente que nadie debia tocar.
En mucho tiempo no habia sentido el senador un interes tan ardoroso como
el que mostro escuchando al catedratico. Creia conocer todo lo que
ocurria en el pais, y ahora se convencia de que ignoraba lo mas
importante.
Flimnap le conto los amores de Pepito con Ra-Ra; como este, valiendose
de una astucia todavia ignorada, conseguia entrar al servicio del
gigante, y como el tal gigante, desconocedor de las costumbres del pais,
se habia dejado enganar por el joven, sin suponer sus maquinaciones
contra el orden social. Al no poder vengarse Momaren del revolucionario
Ra-Ra, que andaba fugitivo, queria saciar ahora su odio en el pobre
Hombre-Montana. Ademas, su vanidad de autor atribuia una intencion
malevola al pobre gigante, el cual, por simple torpeza, habia
interrumpido su fiesta literaria.
Cuando Flimnap describio, con arregl
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