l que protestes, porque
no te oire. Ahora ya no necesito guias; puedo moverme solo.
Y como su estatura le permitia ver por encima de los tejados, se dirigio
hacia el puerto por el camino mas corto.
Ra-Ra, luego de quedar sumido en el fondo del bolsillo, se asomo a su
abertura, braceando entre gritos de desesperacion. Pero el gigante no
quiso escuchar lo que juzgaba protestas politicas del revolucionario y
le dio un golpe en la cabeza con uno de sus dedos, enviandolo otra vez
al fondo del bolsillo.
Llego Gillespie al puerto, teniendo siempre ante sus pies un ancho
espacio de terreno libre de gentio. Todos huian a ambos lados de el,
pero era para juntarse luego que habia pasado, profiriendo gritos de
alarma y amenazas.
A la cabeza de esta muchedumbre rodaba el automovil-tigre de Flimnap. El
profesor, puesto de pie sobre el vehiculo, iba arengando al gentio.
--iNo le hagan dano!--decia--. Se ha vuelto loco; no puede ser otra
cosa; pero tratandolo con dulzura acabara por someterse.
Unos le escuchaban sin hacerle caso; otros, que habian visto de lejos el
exterminio realizado por el gigante ante la carcel, gritaban venganza.
Esta masa enorme y alborotada, sin organizacion alguna, en la que se
confundian militares y civiles, mujeres y hombres, avanzaba cada vez mas
rapidamente, hasta que se detuvo de pronto con un movimiento de
retroceso que se extendio hasta el centro de la ciudad, esparciendo la
alarma en las calles transversales. El gigante se habia detenido al
llegar al puerto, y la muchedumbre que le seguia se detuvo igualmente.
Al ver llegar al Hombre-Montana huyeron todos los que trabajaban en los
muelles trasladando a varios buques mercantes los viveres amontonados
para el avituallamiento del ejercito y de la flota. El gigante avanzo
por uno de estos muelles, anchisimo para los pigmeos, pero en el cual
tenia que colocar sus pies con precaucion, como si marchase por lo alto
de una pared.
La muchedumbre lanzo un grito de sorpresa y de rabia al darse cuenta de
la direccion que seguia. Junto a este muelle se hallaba anclado el bote
que le habia traido de su remoto pais.
--iEl Hombre-Montana va a escaparse!--gritaron miles de voces.
Otros se alegraron de esto, aceptandolo como una solucion beneficiosa
para el pais, ahora que necesitaba concentrar todas sus actividades en
la guerra contra los hombres.
Todos vieron como se inclinaba sobre los penascos que defendian el lado
exterior del muelle formando
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