icio enorme, pues el publico se arremolinaba para
seguirle entre vaivenes de audacia y de pavor.
Aquella carcel estaba guardada por una tropa numerosa, compuesta de
mujeres flecheras y hombres barbudos de la policia montada. Al ver
aproximarse al gigante por el extremo de la avenida, o sea a una
distancia que habiese exigido de cualquier pigmeo mil pasos para
correrla, todas estas tropas acudieron a las armas. Nadie penso en huir.
Las explosiones de entusiasmo y los cantos patrioticos de los dias
anteriores habian infundido a todos una audacia heroica.
Con solo media docena de zancadas llego el coloso a la puerta de la
prision, hundiendo sus pies en la muchedumbre armada. Las amazonas
enviaron a lo alto una nube de flechas contra su pecho y su cabeza,
mientras los jinetes de las cimitarras intentaban herirle en las
pantorrillas. Pero el, con un golpe de su garrote, abrio anchisimo surco
en la masa de enemigos, enviando por el aire docenas de estos, y a
continuacion le bastaron varias patadas para desbaratar el resto de la
tropa. Todos los que aun se mantenian de pie huyeron, dejando el suelo
cubierto de camaradas inertes o gimeantes.
Gillespie acometio inmediatamente a puntapies, la gran puerta del
edificio, y finalmente hizo de su cachiporra una catapulta, derribando a
los primeros embates las dos hojas chapadas de acero.
--iRa-Ra, hijo mio--grito a toda voz--, la salida esta libre; huye y no
perdamos tiempo!
Saltando sobre las hojas rotas de la puerta aparecieron bajo su arco
varios hombres que parecian asombrados de su buena suerte y miraban en
torno, no sabiendo por donde escapar. Debian ser los companeros de
Ra-Ra. Este aparecio al fin, y al ver al gigante con su arma aplastadora
y todo el suelo en torno de el cubierto de enemigos, grito con
entusiasmo:
--iVictoria!... Marchemos inmediatamente contra el palacio y acabaremos
en un instante con el gobierno de las mujeres. iViva la emancipacion
masculina!...
Pero Edwin se habia inclinado sobre el, tomandole con sus dedos, y lo
elevo hasta el mismo bolsillo donde estaba oculta Popito. Al hacer este
movimiento cayeron de su pecho muchas flechas que habian quedado medio
clavadas en el pano de la chaqueta.
--Lo que vas a hacer, querido Ra-Ra--dijo--, es quedarte quietecito
dentro de este bolsillo, donde encontraras una agradable sorpresa.
?Crees que voy a perder el tiempo mezclandome en esta ridicula guerra
entre hombres y mujeres?... iA callar! Es inuti
|