uesto. Equivale a una muerte
lenta.
Popito siguio hablando:
--Ra-Ra cree que los personajes misteriosos que dirigen a estos bandidos
son Golbasto y Momaren, mi padre. Pero ya sabe usted, gentleman, que el
tiene la mania de atribuir al Padre de los Maestros todo lo malo que
ocurre en el pais.... En fin, sea quien sea el que proyecta la muerte de
usted, nosotros lo averiguaremos.
Despues de esto, Popito mostro deseos de que su interlocutor la pusiera
en el suelo para marcharse, pues acababa de cerrar la noche. Ra-Ra no
habia podido ir a ver al gentleman por una ocupacion inesperada y
urgente. Su grande obra le obligaba a continuas ausencias. Solo por el
deseo de que Gillespie no viviera mas tiempo confiadamente entre la
chusma que le rodeaba, habia enviado a Popito; pero la proxima vez seria
el quien viniese, trayendole una informacion mas precisa.
La joven se marcho, y el gigante, al verse solo, se puso de pie para
aproximarse al lugar donde la hoguera acariciaba con sus ultimas llamas
la panza del caldero.
No encontro como alimento mas que un caldo sucio en el que flotaban
espinas y cabezas de pescado. Dio un rugido, amenazando con sus punos a
los insolentes que acababan de devorar su comida, pero estos huyeron,
estableciendo cierta distancia entre ellos y el coloso. Ademas se
sentian protegidos por las tinieblas de la noche, y contestaron con
risas y exclamaciones de burla a la protesta del Hombre-Montana.
Este se arrodillo y puso sus manos en la arena para reconocer a aquellos
hombres bigotudos de Blefuscu, sus presuntos matadores. Tenia el feroz
proposito de meterlos en la caldera, como un castigo previsor y
ejemplar; pero toda la servidumbre habia desaparecido, ocultandose
detras de las colinas de arena y los canaverales de la playa.
Transcurrieron dos dias sin que recibiese una nueva visita. Llevo
piedras, como siempre, de la orilla del mar a la escollera, y vigilo el
hervor de su caldero para no verse robado como en la noche que le visito
Popito. Conocia ahora a los hombres bigotudos, que parecian ejercer
sobre sus camaradas la superioridad arrogante y cruel del maton. Con uno
de ellos, el mas alto y musculoso, se permitio una broma digna de su
fuerza.
Al ver como rondaba por cerca del caldero, aproximo su mano derecha a
este valenton, manteniendo encorvado el dedo indice y sostenido por el
pulgar. De repente el dedo encorvado se disparo para quedar rigido,
pillando por en medio al bigotudo jayan
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