... No tema
usted las consecuencias: castigue con dureza a esos asesinos en el
momento que intenten el golpe. iOjala estuviesen entre ellos sus
instigadores!...
Ra-Ra no podia prolongar mucho esta entrevista. Temia que los que
acompanaban al gigante se hubiesen fijado en su llegada. Penso tambien
en las precauciones que debia tomar para que no le sorprendiesen durante
su regreso. Un destacamento de soldados estaba acampado en la playa,
cerca del puerto, para impedir que los curiosos se aproximasen al
gigante.
Como veia proximo el momento de la victoria, se mostraba mas prudente
que antes, evitando incurrir en sus antiguas audacias. Si le descubrian
y apresaban a ultima hora, podia quedar frustrado el levantamiento de
los hombres en la capital, dejando sin respuesta las sublevaciones de
las demas ciudades.
--Va usted a ver grandes cosas--siguio diciendo--, iQuien sabe si sera
esta misma noche cuando nos sublevemos contra la tirania femenil y
vendremos a libertarle!... Y si no esta noche, sera en breve plazo.
Se fue Ra-Ra, y el gigante, despues de comer, quedo tendido en la arena,
como todas las noches. No quiso dormir, manteniendose en una fingida
tranquilidad, con los ojos entornados y vigilando las idas y venidas de
algunos pigmeos que aun no se habian acostado. Al fin el silencio del
sueno se fue extendiendo sobre la playa, y Gillespie, convencido de que
no intentarian aquella noche nada contra el, acabo por entregarse al
descanso.
Al dia siguiente, cuando llevaba piedras al extremo de la escollera, vio
a un hombrecillo en una pequena barca, que fingia pescar y se colocaba
siempre cerca de su paso, sin asustarse de los remolinos que abrian en
las aguas las piernas gigantescas al cortarlas ruidosamente. La
insistencia del pescador acabo por atraer la atencion de Gillespie. Miro
verticalmente la barquita del pigmeo, que se mantenia junto a una de sus
pantorrillas, y reconocio a Ra-Ra. Este, puesto de pie y con las dos
manos en torno de su boca formando bocina, se limito a gritar:
--Va a ser esta noche; lo se con certeza.... Y ahora continue su
trabajo. No me hable.
Efectivamente, la voz del gigante, sonando como un trueno desde lo alto,
hubiese llamado la atencion de todos sus guardianes y hasta de las
tripulaciones de los buques de guerra que evolucionaban en plena mar
vigilandole.
Continuo el gigante su viaje con una roca en cada mano, y el pescador,
recobrando sus remos, se alejo hacia el puerto.
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