, y lo envio a traves del aire,
haciendolo caer de cabeza en la hoguera. Sus camaradas tuvieron que
sacarlo de entre los tizones tirando de sus pies, mientras otros corrian
hacia el mar para echarle agua en los mostachos y la cabellera
humeantes.
Cuando en la tarde siguiente empezaba la playa a obscurecerse, Gillespie
vio la llegada de otro hombre con faldas y velos. Debia ser Popito, que
le traia mas noticias. Lo mismo que la vez anterior, dio varias vueltas
en torno de el con la cara oculta. Al fin se decidio a subir a una de
las piernas extendidas del coloso. Entonces pudo darse cuenta de que el
visitante era mas grueso que Popito y se balanceaba a cada paso.
Consiguio con dificultad subirse sobre un tobillo, pero al avanzar
lentamente y titubeando por la arista huesosa de la pantorrilla, perdio
pie, cayendo de cabeza en la arena. Gillespie tuvo lastima de el y
extendio una mano para tomarlo con los dedos, subiendole hasta la altura
de su pecho. Daba gritos de susto por su caida, y al quedar sentado en
la mano del gigante tampoco se considero seguro, agarrandose a uno de
sus dedos. Al fin parecio serenarse, echando atras el velo que cubria su
rostro para poder hablar.
--Solo por usted soy capaz de arrostrar tantos peligros. Pero todo lo
doy por bien empleado a cambio del placer de verle.
Esta vez el asombro de Gillespie fue risueno.
--iEl profesor Flimnap!... iY vestido de mujer!
Comprendio el catedratico el asombro que sus ropas inspiraban al
gigante.
--Verdaderamente, de toda mi aventura lo mas estupendo es haberme
vestido con el traje que llevaban antes las mujeres como una librea de
esclavitud. iQue dirian mis discipulos si me viesen!...
Pero despues de esta lamentacion, su coqueteria amorosa le hizo
explicarse para excusar los defectos que pudiera tener su vestido.
--Me lo ha prestado la esposa de mi colega el profesor de Fisica. Se
bien que es de forma algo anticuada. Hay muchos hombres que visten
mejor. Pero debe usted tener en cuenta que mi companero de la Facultad
de Ciencias Fisicas raro es el ano que no tiene un hijo, y como su
hombre se pasa todo el tiempo en la cama con el recien nacido o cuidando
de su nutricion, no le queda tiempo para seguir las modas.
Luego el profesor miro con unos ojos admirativos y tristes al mismo
tiempo a su amado gigante.
--iQue cambios en nuestra existencia--dijo--. Pero no hablemos de esto,
no perdamos el tiempo en lamentaciones. Necesito irme cuanto a
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