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siento miedo, gentleman.... Para venir aqui he tenido que pasar cerca de
un grupo de soldados, que han empezado a decirme cosas atrevidas,
creyendo que yo era un hombre. iImaginese si descubriesen al profesor
Flimnap vestido con estas ropas! Ahora, segun parece, soy mal mirado por
el gobierno, y el Padre de los Maestros desea quitarme mi catedra para
darsela a ese intrigantuelo cruel que le sirve a usted de traductor....
"Pero no hablemos de mi. Estoy dispuesto a aceptar como un placer todo
lo que sufra por usted. Ya conoce mis sentimientos. Hablemos de su
persona, pues para eso he venido.
Miro a un lado y a otro, a pesar de que no habia nadie cerca del
gigante, y anadio con voz tenue:
--Gentleman, le amenazan grandes peligros y vengo a anunciarselos,
aunque ignoro, por desgracia, como podre defenderle de ellos.
Su amigo el profesor de Fisica le habia llevado aquella manana a lo mas
apartado y profundo de su laboratorio para confiarle un gran secreto. El
Padre de los Maestros acababa de llamarle para saber si tenia siempre
lista la maquina que habia servido para dar inyecciones soporiferas al
Hombre-Montana la noche que llego al pais. Y como el fisico le
contestase afirmativamente, volvio a preguntar si era posible la
fabricacion en pocas horas--de acuerdo con la seccion de Quimica--de la
cantidad necesaria de veneno para darle una inyeccion al gigante,
dejandolo muerto sin senales escandalosas de intoxicacion.
El profesor habia contestado que no podia encargarse de este servicio
sin una orden expresa del gobierno, y el jefe se la habia prometido para
mas adelante, dejando el asunto en tal estado.
--La promesa de una orden del gobierno es falsa, gentleman--anadio
Flimnap--. Ningun senor del Consejo Ejecutivo osara firmarla. Yo, por el
deseo de defender a usted, ando ahora mezclado en las cosas de la
politica y me honro con la amistad del elocuente Gurdilo. El gobierno
sabe que el tribuno se interesa por el Hombre-Montana, y como teme a su
palabra vengadora, se cuidara bien de autorizar tal crimen.
No obstante su confianza en el miedo de los gobernantes, dudaba de que
Momaren abandonase sus malos propositos.
--Desea su muerte, gentleman, y si no puede organizar lo de la inyeccion
venenosa, buscara otro medio. Debe ayudarle en estos planes el vanidoso
Golbasto. Ya no creo que el tal Golbasto sea un gran poeta, ni mediano
siquiera. La otra noche quise releer sus versos, y me parecieron
despreciables.
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