nque estaba seguro de no dormir.
--iManana!--pensaba--. ?Que pasara manana?
Fuera de aquel enorme edificio se estaba condensando una nube de
hostilidad que iba a estallar al dia siguiente sobre la cabeza del
gigante. Gran parte de las tropas habian quedado al pie de la colina
vivaqueando. En lo alto permanecia inmovil una escuadrilla de maquinas
voladoras.
Durante la noche vio, al asomarse por tres veces, la fila circular de
hogueras en torno de las cuales dormian los soldados, y sobre la
techumbre del edificio los aviones, que abrian de vez en cuando sus ojos
enormes, paseando sobre la tierra mangas de luz.
Poco despues de amanecer, cuando el gigante estaba aun en su cama, se
presento un empleado del Consejo Ejecutivo, al que seguian varias
mujeres que, a juzgar por sus trajes, pertenecian a la clase industrial
de la ciudad. El funcionario manifesto a Flimnap que venia para
notificar al Hombre-Montana el acuerdo del gobierno obligandole a
cambiar de traje inmediatamente. Luego presento a los que le
acompanaban, que eran media docena de sastres encargados de confeccionar
los uniformes del ejercito.
Declaro el profesor innecesaria la notificacion, pues su gigantesco
amigo habia sido advertido por el de las decisiones del gobierno.
--En cuanto a lo del traje--continuo--, estos senores tendran que
esperar a que el Hombre-Montana se haya levantado, si es que no
prefieren tomarle medida mientras esta tendido en su cama.
Uno del grupo, que parecia ejercer cierta autoridad sobre sus companeros
de oficio, acogio tal proposicion con un gesto despectivo, expresando
luego su extraneza de que un hombre tan sabio como el profesor Flimnap
creyese aun que los sastres geometras tomaban medida a sus clientes como
en los tiempos remotos.
--Nos bastara conocer el diametro de uno de sus tobillos y de una de sus
munecas. Despues, gracias a nuestros calculos aritmeticos, descubriremos
las proporciones del resto de su cuerpo, cortandole un traje exacto.
Ademas, esto no va a ser un uniforme ajustado, como el que usan los
guerreros de la Guardia; es simplemente un vestido de hombre, con falda
y velo.
Gillespie, que estaba en los postreros momentos de su sueno, cuando
empiezan a despertar confusamente los sentidos mientras el resto del
organismo yace sin voluntad, creyo que un insecto le estaba
cosquilleando un tobillo y largo una patada, de la que se salvaron
milagrosamente los dos sastres ocupados en tomarle medida.
--iQ
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