del poeta, transmitido por el mas temible de los
oradores. Mas de mil pechos jadeaban oprimidos por la emocion; el
interes hacia respirar a todos con dificultad. Nadie apartaba sus ojos
del tribuno, que parecia haber crecido repentinamente. Al fin, despues
de una larga pausa dramatica, su voz resono en el majestuoso silencio.
--Fijese bien el honorable Senado en lo que representa el espectaculo
antisocial y subversivo que presencio ayer el vecindario de nuestra
ciudad. El Hombre-Montana es un hombre, como lo indica su titulo.... iy,
sin embargo, usa pantalones!
Una exclamacion ahogada de todos los oyentes saludo este descubrimiento.
--iEs verdad!... iEs verdad!--murmuraron los senadores y el publico con
asombro, como si pasase ante sus ojos un relampago deslumbrante.
--Imaginese el ilustre Senado--continuo Gurdilo--que efecto tan
desastroso habra producido ayer en el pueblo, y sobre todo en la
juventud estudiosa de los colegios, ver a un hombre vestido de un modo
que parece desafiar a la moral y a las conveniencias. Hace muchos anos
que en nuestras calles no se ha visto nada tan indecente.
"Bien sabido es que en el seno de nuestra sociedad algunos jovenes
insensatos y mal aconsejados pretenden trastornar el orden social con la
utopia ridicula de que los hombres puedan sustituir a las mujeres en la
direccion de los negocios publicos. Estos locos, enemigos de lo
existente, deben haber gozado mucho ayer viendo a un hombre con
pantalones, y los hombres prudentes y virtuosos de nuestras familias se
habran escandalizado con harto motivo al contemplar a uno de su sexo sin
la tunica y sin los velos que corresponden a una matrona virtuosa. El
traje de ese Hombre-Montana significa el "varonismo" en accion, que
desafia a todas nuestras leyes y costumbres, a todo nuestro glorioso
pasado, a todas las hazanas y sacrificios de nuestros antecesores.
"Si se deja continuar este espectaculo subversivo, si no se le pone
remedio, el llamado "partido masculista", insignificante y ridiculo en
el presente, crecera hasta convertirse en una gran fuerza; los hombres
querran llevar pantalones, y nosotros, las mujeres que somos senadores,
guerreros, funcionarios, en una palabra, todos los que desempenamos un
cargo publico o contribuimos a la buena marcha del Estado, todos los que
somos cabeza de una familia, tendremos que vestirnos con faldas.
La suposicion de que las mujeres pudieran alguna vez llevar faldas
resultaba tan extravagante
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