eceria sus
indicaciones, estudiaria con detenimiento las preferencias de su alma.
Pero por el momento, lo mas urgente era resolver su situacion, que,
segun ella, parecia angustiosa.
--Voy a dejarle, gentleman--contesto Flimnap--. Nada consigo
permaneciendo a su lado para sostener una conversacion grata, pero que
resulta esteril. Necesito saber noticias. Momaren tiene poderosos amigos
y debe haber hecho algo a estas horas contra Ra-Ra. Ademas, hay que
temer a Golbasto. Adivino desde aqui que su cochecito tirado por los
tres hombres-caballos debe estar rodando a traves de la capital desde el
principio de la manana. iA saber lo que habra tramado el temible
poeta!...
Antes de desaparecer por uno de los escotillones, todavia retrocedio
Flimnap hacia el gigante para decirle en voz baja:
--Si vienen a buscar a Ra-Ra, no se empene en defenderlo; seria peor
para el y para usted. Dejelo abandonado a su suerte. Nosotros solo
debemos pensar en nuestro porvenir. Yo siempre he creido que un amor que
no es egoista no merece el nombre de amor.
Y entornando los parpados con expresion acariciante detras de los
vidrios de sus gafas, el profesor desaparecio rampa abajo.
Solo entonces el Hombre-Montana bajo los ojos para mirarse a si mismo,
fijandolos en su pecho. Por la abertura entreabierta de su bolsillo
superior veia la cabecita de Ra-Ra, encogido en el fondo de este
refugio.
--iBuena la hiciste ayer!--dijo el gigante en voz queda, como si hablase
con el mismo--. En realidad tu eres el culpable de todo lo ocurrido, por
tu maldita idea de dejarme solo para ir a ver a Popito.... Pero no te
abandonare por eso, como me pide la loca de Flimnap.... iQue diablo sera
esto del amor, que a todos nos hace cometer enormes tonterias, y hasta
da un aspecto grotesco a esa pobre mujer tan inocente y bondadosa!...
Vieron los ojos del gigante apoyada en un lado de la mesa la cachiporra
que se habia fabricado durante su excursion a la selva de los
emperadores. La presencia de esta arma primitiva le hizo sonreir de un
modo inquietante para los pigmeos.
--Yo te aseguro, Ra-Ra--continuo--, que los primeros que vengan en tu
busca y nos molesten corren peligro de morir aplastados.
Pero aunque esta promesa barbara fuese muy del gusto de Ra-Ra, este
protesto, sacando la cabeza imprudentemente por el borde del bolsillo.
--Lo creo oportuno--dijo el pigmeo--, pero dentro de algun tiempo. Ahora
es inutil. Hay que esperar nuestra Revolucion, cad
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