gros fue saludada con una explosion de risas
simpaticas y de grunidos inteligentes.
Despues de este triunfo preliminar, Golbasto se lanzo a la declamacion
de la poesia de su amigo y protector.
El canto a la revolucion triunfante de las mujeres empezaba con un
exordio, en el que el poeta rogaba al sol que acelerase su salida de
entre las espumas oceanicas para no llegar con retraso y poder
presenciar el suceso mas grande de la Historia. Golbasto lanzo, con una
voz de clarin, el primer verso:
Muestrate, ioh, sol! y con tus rayos de oro...
Pero en vez de mostrarse el sol, como pedia el vate, lo que llego
inesperadamente fue la noche en plena tarde. El salon quedo
completamente a obscuras; todos los concurrentes creyeron haber perdido
repentinamente la vista; las mamas chillaron de espanto, extendiendo los
brazos instintivamente para guardar a sus hijas; los hermosos guerreros
echaron mano a sus espadas, aunque sin poder adivinar donde se ocultaba
el enemigo.
Algunos profesores acostumbrados a no asombrarse de nada y a buscar la
razon cientifica de todos los hechos se dieron cuenta, pasados unos
instantes, de que esta obscuridad era debida a un desprendimiento
exterior, a dos telones macizos que habian caido sobre ambas ventanas,
interponiendose entre sus ojos y la luz.
Momaren se arano las munecas en la obscuridad, preguntandose que poder
infernal al servicio de los envidiosos de su gloria habia conseguido
realizar esta catastrofe....
A ninguno se le ocurrio que el Hombre-Montana pudiera haber empleado
como asiento el techo que tenian sobre sus cabezas. En uno de sus
desperezos de cansancio, Gillespie habia juntado las dos piernas,
colocandolas casualmente, con geometrica exactitud, sobre las dos
ventanas, lo que creo repentinamente la noche en el interior del salon,
precisamente al mismo tiempo que el poeta invocaba la salida del sol.
Despues del primer aturdimiento de la sorpresa, los ojos, acostumbrados
a la obscuridad, empezaron a ver debilmente, gracias a la penumbra que
llegaba de las habitaciones inmediatas. Ademas, el ligero movimiento de
una de las piernas de Gillespie dejo filtrar un rayo de luz, y esto
sirvio para que toda la concurrencia reconociese cual era el origen de
la catastrofe.
Momaren quedo mudo, pues el hecho le parecia tan inaudito, que no
encontraba palabras.
Los invitados prorrumpieron en alaridos de indignacion:
--iInsolente animalucho!... iQue atrevimiento el suyo!..
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