noras y senoritas aqui presentes me piden que interceda para que
nuestro gran poeta nacional las deleite con algunos de sus versos
inmortales.
Esto era mentira; las senoritas masculinas solo deseaban bailar, y en
cuanto a las matronas barbudas, odiaban los versos, porque su
declamacion las obligaba a permanecer silenciosas, estorbando sus
comentarios y murmuraciones. Pero como todas pertenecian a familias
universitarias dependientes de Momaren, creyeron prudente acoger el
embuste de este con grandes muestras de aprobacion.
--iSi, si!--gritaron--. iQue hable Golbasto!... ique recite versos!
El poeta nacional se inclino como si quisiera empequenecerse delante de
Momaren.
--iRecitar--dijo con enfasis--mis humildes obras, incorrectas y
anticuadas, en la casa donde vive el mas grande de los poetas, al que
reconocere siempre como maestro!...
Y mientras permanecia con el espinazo doblado, y Momaren, rojo de
emocion, miraba a unos y a otros para convencerse de que todos se daban
cuenta de tan enorme homenaje, dos matronas barbudas murmuraron bajo sus
velos:
--De seguro que piensa pedirle algo manana mismo para alguna de sus
amigas.
--Y lo que se lleve lo quitara a nuestros maridos--contesto la otra.
Mientras tanto, Momaren, saliendo de su nimbo de vanidad, decia con
acento conciliador:
--Nada de maestro ... nada de gran poeta. Los dos somos iguales:
companeros y amigos para siempre.
Golbasto palidecio, hasta tomar su cara un tono verdoso. Parecia
dispuesto a protestar de tanta igualdad y tanto companerismo; pero el
recuerdo de muchas cosas que deseaba pedir al Padre de los Maestros
sofoco la protesta instintiva de su vanidad, haciendo que se mostrase
dulce y bondadoso.
--Para que yo recite algo mio, ilustre Momaren, sera preciso que antes
cumpla una obra de justicia y de respeto declamando una poesia de usted.
El universitario acepto con humildad.
--iSi usted se empena!... iEs usted tan bondadoso!...
Sabia Golbasto por experiencia que nada halagaba a este companero como
oir sus versos recitados por su boca. El poeta del cochecillo en forma
de concha, de los tres caballos humanos y del latigo sangriento
declamaba con una dulzura celestial que hacia verter lagrimas. Ademas,
era para Momaren la mas alta de las consagraciones literarias tener a
Golbasto como lector de sus obras. Despues da esto se sentia pronto a
darle la Universidad entera si se la pedia.
Para que el acto resultase mas solemne, M
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