taba de las muchedumbres cuando se reunian para aclamarle
y escuchar sus versos. Fuera de estos momentos, encontraba al pueblo
estupido, maloliente y peligroso.
La fiesta patriotica de los rayos negros solo habia sido notable un ano,
segun su opinion. Fue el ano en que el gobierno le encargo un poema
heroico en honor de la inventora de los rayos libertadores, coronandolo
despues de su lectura y dandole el titulo de poeta nacional. En los anos
siguientes, la tal fiesta nunca habia pasado de ser una feria
populachera, durante la cual pretendian inutilmente parodiar su gloria
otros poetas escogidos por el favoritismo politico. Hasta una vez--ioh,
espectaculo repugnante!--el designado para cantar tan sublime
aniversario habia sido una poetisa, es decir, un hombre, cosa nunca
vista despues de la Verdadera Revolucion. Este ano, el poeta de la
fiesta era una jovenzuela recien salida de la Universidad, un rebelde,
que osaba comparar sus versos con los de Golbasto y ademas criticaba los
trabajos historicos del grave Momaren, su antiguo maestro.
Los tres caballos humanos del poeta, que sonaban desde muchos dias antes
con unas cuantas horas de libertad empleadas en asistir a las fiestas de
los rayos negros, solo vieron abierta su cuadra para ser enganchados al
carruajito en figura de concha. Como los tres hombres medio desnudos se
mostraban algo reacios y hasta osaron murmurar un poco, Golbasto los
refreno con varios latigazos. Luego, afirmandose la corona de laurel
sobre las melenas grises, subio al carruajito y dio una orden a su tiro,
acariciandolo por ultima vez con la fusta.
--Vamos a la Universidad, a la casa del doctor Momaren.
En el camino oyo la trompeteria que anunciaba el paso del gigante, y se
vio obligado a dar un largo rodeo por calles secundarias para no
tropezarse con el.
--?Hasta cuando nos molestara el animal-montana?--murmuro
rabiosamente--. El senador Gurdilo tiene razon: hay que desembarazarse
de ese huesped grosero e incomodo.
A pesar de que el poeta vivia de sus continuas peticiones a los altos
senores del Consejo Ejecutivo y de las munificencias de Momaren, que
tambien era personaje oficial, sentia hoy cierto afecto por el jefe de
la oposicion y encontraba muy atinados sus ataques contra un gobierno
que no sabia velar por las glorias establecidas y apoyaba las audacias
de los principiantes.
Entro en la Universidad por la gran puerta de honor; dejo en un patio su
vehiculo, amenazando con los m
|