poco de la
ciudad, hasta llegar a una fortaleza antigua situada al borde de un
barranco, la cual habia servido para la defensa de esta ruta en tiempo
de los emperadores.
Edwin se sento sobre la tal ciudadela, que no llegaba a tener dos varas
de alta, y en este sillon de piedra descanso mucho tiempo, mientras
seguia el desfile del vecindario.
Varias lineas de infantes y jinetes extendidas ante sus pies le
separaban de la inquieta muchedumbre, evitando nuevas familiaridades.
A la gente popular de la primera hora sucedieron otros grupos menos
bulliciosos y de mejor aspecto, que pasaban en automoviles propios o en
grandes vehiculos de servicio publico.
Los establecimientos de ensenanza habian enviado a sus alumnos en
formacion militar para que visitasen la tierra de donde surgio la
liberacion femenil. Las tropas pasaban tambien, con sus musicas al
frente, para desfilar ante la tumba de aquella mujer de laboratorio que
se habia ido del mundo sin sospechar su gloria.
Cerca de mediodia el profesor Flimnap volvio en busca de su protegido.
Empezaba a aclararse la muchedumbre de peregrinos.
--Ya puede entrar usted en la capital. El jefe de la policia dice que
las calles estan casi desiertas. Un peloton de jinetes marchara delante
para que se alejen los curiosos, si es que verdaderamente queda alguno.
Ademas van con ellos numerosos trompeteros, que anunciaran ruidosamente
el paso de usted para evitar accidentes. Cuando se sienta cansado, puede
hacer una sena a la escolta y volverse a casa. Usted sabe el camino.
El Gentleman-Montana se extrano de estas palabras.
--?Me abandona usted, profesor?... Yo me imaginaba que seria mi guia a
traves de la capital.
--Inconvenientes de la gloria--dijo Flimnap, bajando los ojos como
avergonzado de su desercion--. Mi deseo era acompanarle, pero ahora soy
un personaje popular; segun parece, estoy de moda gracias a usted, y los
senores del gobierno municipal quieren que vaya con ellos al templo de
los rayos negros para pronunciar un discurso en honor de nuestra sabia
libertadora. Todos los anos escogen a la mujer mas celebre para que haga
este panegirico. Ahora me toca a mi, y no me atrevo a renunciar a una
distincion tan extraordinaria.
Flimnap afirmo al coloso que acababa de dar ordenes para que lo
acompanase un buen traductor en su visita a la capital. Una hora antes
habia enviado un mensajero a la Galeria de la Industria avisando a Ra-Ra
que viniese a esperar a Gillespie
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