n muy
atrevidos.
Los tres cesaron de conversar para fijarse en Manos Duras, que
permanecia inmovil a un lado del camino. Moreno dio el nombre del
gaucho, y Elena mostro tal interes al saber quien era, que acabo por
hablarle.
--?Usted es el famoso Manos Duras, de quien tantas cosas he oido
decir?...
El rustico jinete se mostraba turbado por las palabras y la sonrisa de
aquella dama. Primeramente se quito el sombrero con reverencia, "como
si estuviese delante de una imagen milagrosa", penso Moreno. Luego
dijo, con cierta expresion teatral que en el era espontanea:
--Yo soy ese desgraciado, senora, y este es el momento mejor de mi
vida.
La miraba el gaucho con ojos ardientes de adoracion y deseo, y ella
sonrio, satisfecha del barbaro homenaje. Canterac, que encontraba
ridicula esta conversacion, hizo ademanes de impaciencia y murmuro
protestas para reanudar la marcha; pero ella no quiso escucharle y
continuo hablando al gaucho con sonriente interes.
--Dicen de usted cosas terribles. ?Son verdaderamente ciertas?...
?Cuantas muertes lleva usted hechas?
--iCalumnias, senora!--contesto Manos Duras, mirandola fijamente--.
Pero si usted me lo pide, hare cuantas muertes quiera.
Elena se mostro complacida por esta respuesta, y dijo, mirando a
Canterac:
--iQue hombre tan galante... a su modo! No me negara usted que es
grato oir tales ofrecimientos.
Pero el ingeniero parecia cada vez mas irritado por este dialogo
familiar de Elena y el cuatrero. Varias veces intento introducir su
caballo entre las cabalgaduras de los dos, dando fin de tal modo al
dialogo; pero Elena le detenia siempre con un gesto de contrariedad.
Al ver que ella continuaba su conversacion con Manos Duras, se volvio
hacia Moreno, necesitando manifestar a alguien su enfado.
--Ese gaucho es un atrevido, y habra que darle una leccion.
El oficinista acepto sin reserva lo referente al atrevimiento, pero
levanto los hombros al oir hablar de leccion. ?Que podian hacer ellos
contra este vagabundo temible, si hasta el comisario de policia
mostraba por el cierto respeto?...
--Debe usted conseguir--continuo el ingeniero--que no le compren mas
carne en el campamento ni acepten nada de lo que ofrezca.
Moreno contesto con signos afirmativos. Si no era mas que eso lo que
deseaba, facilmente podia hacerse.
Al fin Elena reanudo su marcha despues de saludar al gaucho con cierta
coqueteria, satisfecha de su emocion y del deseo hambriento que
refl
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