. Cuatro veces los huracanes rompieron las
arboladuras de las embarcaciones. Con Villarino brillo por ultima vez,
como dice don Manuel, la gloria de los conquistadores espanoles. La
expedicion duro muchos meses, y como no tenia baquiano del pais que la
guiase, se extravio con frecuencia, metiendose en rios afluentes para
retroceder despues... Buscaban el mar que los indios aseguraban haber
visto con sus ojos, y efectivamente, al final del Limay, continuacion
del rio Negro, se desemboca en un mar que es simplemente el lago
Nahuel Huapi... Lo cierto es que ahora nadie navega por este rio
mientras no lo limpien, y ninguno de los exploradores actuales, aun
contando con las embarcaciones modernas, ha querido repetir el viaje
del alferez Villarino hace siglo y medio.
Llevado por su entusiasmo patriotico, seguia Gonzalez mencionando todo
lo que habia oido a Robledo, pero sus oyentes eran cada vez mas
escasos. Se alejaban, atraidos por los preparativos de la merienda,
prefiriendo la contemplacion de las mesas a la del antiguo rio de los
Sauces y a escuchar el relato de las hazanas del joven oficial de la
marina espanola.
Iban aumentando considerablemente los grupos. Una banda de musica,
compuesta de unos cuantos italianos vecinos de Nenquen, empezo a
rasgar el aire con las estridencias de sus instrumentos de metal.
Inmediatamente se lanzaron a danzar algunas parejas. Don Antonio vio
en esto una falta de respeto al organizador de la fiesta.
--No los dejes bailar mientras no llegue la marquesa--ordeno a
Friterini--. La ceremonia es para ella, y de seguro que le parecera
muy mal al senor de Canterac que empiece antes de tiempo.
Pero musicos y bailarines no hicieron caso alguno de sus escrupulos y
continuo el baile.
Elena estaba mientras tanto en el salon de su casa, lujosamente
vestida para asistir a la fiesta. Tenia el rostro obscurecido por un
gesto de enfado.
"Esto solo me ocurre a mi--pensaba--. Llegar esta noticia precisamente
hoy... iY aun hay quien niega los caprichos de la fatalidad!"
Aquel dia era de tren, y al empezar la tarde llego el correo, recogido
en Fuerte Sarmiento.
Torrebianca, con el rostro consternado, fue en busca de su mujer para
mostrarle una carta.
--Lee lo que acabo de recibir. Es del notario de mi familia.
Esta carta, llegada de Italia, le daba cuenta de la muerte de su
madre. "Desde que usted se marcho a America, la salud de la senora
marquesa quedo tan profundamente quebrantada, q
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