ra cosa.
"Es preciso que vea a Robledo. El me dira lo que debo creer de todo
esto..." Pero aun no te he dicho que "todo esto" es lo que noto en
torno de mi desde ayer, las miradas de la gente, los gestos de
antipatia, las palabrotas que creo adivinar y que despues me resisto a
haber adivinado... iAy! iEs tan horrible todo eso!
Cada vez mas desalentado y humilde, apoyo Torrebianca su frente en las
manos. Robledo quiso decir algunas palabras para infundirle energia,
pero el le interrumpio.
--Luego hablaras. Es preciso que oigas primeramente cosas que no sabes
o que yo te conte y has olvidado. Pero antes necesito hacerte una
pregunta. ?Tu crees que mi mujer me engana?...
Quedo el espanol sorprendido por tales palabras y transcurrieron
algunos segundos sin que pretendiese responder a ellas. Su amigo
parecio sentir de pronto un gran temor a que el otro contestase, y
para evitarlo empezo a relatar su propia historia desde que conocio a
Elena.
Una parte la habia oido ya Robledo en Paris: como se encontraron el y
ella en Londres, la nobleza de su familia alla en Rusia, la alta
posicion de su marido en la corte de los zares. Pero ahora el tono del
narrador era otro, y Torrebianca parecia dudar de aquel pasado que
siempre habia admitido de buena fe, exhibiendolo con orgullo.
Ademas, entre las lineas generales de esta historia Federico iba
revelando a su amigo nuevos episodios. Parecia ver con mayor relieve
las cosas pasadas, fijandose en detalles hasta entonces inadvertidos.
Siempre habia frecuentado su casa un amigo intimo, un amigo favorito,
al que trataba su mujer con gran confianza, asegurando que lo conocia
de los tiempos en que era soltera y vivia con su noble familia. El
marques se habia batido dos veces por su esposa, viendola calumniada
repentinamente por hombres que hasta poco antes frecuentaban sus
salones. Aun se acordaba con remordimiento de cierto amigo suyo al que
hirio gravemente en uno de tales lances.
--Te he contado--siguio diciendo--toda mi historia con esa mujer, todo
lo que se con certeza de su vida. Lo demas es ella quien lo dice, e
ignoro si debo creerlo... Hasta dudo ahora de su nacionalidad y de su
nombre. Yo le di francamente todo mi pasado, y ella tal vez no me ha
devuelto mas que mentiras.
Miro otra vez a Robledo con angustia, esperando que este le infundiese
alguna fe en la incierta historia de su mujer. Parecia un naufrago
buscando algo solido donde agarrarse. Pero Robledo bajo la ca
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