eanudasen los trabajos en la semana proxima por
disposicion del gobierno; pero la orden no llegaba. Alla en Buenos
Aires estudiaban el asunto con toda calma, y los peones, perdida la
paciencia, echabanse al hombro el saco de ropa para huir a pie o en
ferrocarril de un lugar donde ya no entraba dinero y cada vez era mas
general la pobreza.
El almacen habia descendido a boliche y tenia un aspecto funebre. Solo
algunos parroquianos viejos, de solvencia probada, venian a beber de
pie ante el mostrador. Don Antonio el Gallego habia cortado
violentamente el credito a la mayor parte de los concurrentes, y para
apoyar su voluntad de no dar nada al fiado, tenia un revolver en cada
cajon del mostrador y el hermoso rifle americano debajo de su asiento.
Su publico, cuando estaba falto de dinero, merecia todas estas
precauciones.
--Usted debe ir a Buenos Aires, don Manuel--decia a Robledo con firme
optimismo--. Usted es el unico a quien haran caso alla.
El ingeniero se mostraba triste y desalentado, como todo lo que le
rodeaba. Lo unico que conseguia hacerle sonreir con una expresion
melancolica era el nuevo aspecto de Watson su socio. Este parecia
alegre, como si nada le importase la suerte de sus canales. Ahora solo
le interesaba la ganaderia, pasando los dias enteros en la estancia de
Rojas.
iQue podia importarle la paralizacion momentanea de las obras!... Era
joven y tenia muchos anos por delante. Lo que deseaba estudiar era la
vida de una estancia, pero teniendo por maestro a Flor de Rio Negro,
que le acompanaba a caballo a traves de los campos desde la salida del
sol hasta el ocaso.
Un funebre descubrimiento aumento el mal humor del espanol, poco
despues de la fuga de Elena.
Gonzalez le hizo ver un sombrero que uno de sus parroquianos habia
encontrado junto al rio, lejos del campamento. El ingeniero lo
reconocio inmediatamente. Era el que llevaba Torrebianca.
Estaba convencido, desde mucho antes, que su companero no figuraba ya
entre los vivos. Con frecuencia, durante la noche, cuando las
dificultades financieras de sus obras le hacian permanecer insomne,
reconstituia por deducciones lo que el marido de Elena habia hecho al
abandonar su casa, poco antes del amanecer. Indudablemente su cuerpo
estaba en el fondo del rio.
Otro dia, el dueno del boliche vino a contarle el descubrimiento hecho
por unos espanoles que, al verse faltos de trabajo, se dedicaban a la
pesca. Dos leguas mas abajo del pueblo habian pasad
|