matorrales secos y punzantes cedian el sitio a los
arboles jovenes. Nutridos por la savia de una tierra dormida durante
miles de anos, y refrescados incesantemente por el agua que corria a
sus pies, realizaban en el corto plazo de varias semanas prodigiosos
estiramientos.
Las casuchas de adobes, derruidas en el periodo de soledad y miseria,
eran reemplazadas por edificios de ladrillo extensos y bajos, con un
patio interior, imitando la arquitectura espanola de la epoca
colonial. El antiguo boliche del Gallego se convertia en vasto almacen
con numerosa dependencia, donde era vendido cuanto puede ser agradable
y util a los que se enriquecen cultivando la tierra, haciendose ademas
en el todos los negocios, incluso el de banca.
El dueno habia ganado millones, por otra parte, al convertir sus
arenales en campos de regadio. Al fin, acababa de realizar su ensueno
de volverse a Espana, dejando al frente del almacen a un dependiente
espanol interesado en sus negocios.
--Ayer me escribio don Antonio--dijo Robledo con una ironia
bondadosa--. Quiere que vayamos a Madrid. Desea que admiremos su casa,
sus automoviles, y sobre todo sus amistades. Me cuenta con orgullo que
los periodicos hablan de sus comidas. Tambien me dice que le han dado
una condecoracion y un dia de estos lo presentaran al rey. He ahi un
hombre dichoso.
El recuerdo del lejano pais ensombrecio el rostro de Celinda.
--Piensa en su padre--dijo Watson a su consocio--. Es imposible hablar
de la Presa sin que se ponga triste... ?Que culpa tenemos nosotros si
el viejo no ha querido venir?
Robledo asintio a estas palabras, pretendiendo animar a Celinda. Don
Carlos no habia querido moverse de su estancia, a pesar de lo mucho
que le rogaron todos ellos para que les acompanase. No le interesaba
ver en su vejez aquella Europa donde tantas locuras habia realizado
siendo joven. Deseaba conservar intactas las antiguas ilusiones.
Ademas, temia que le faltase el tiempo para saborear los grandes
cambios realizados en su propiedad.
--Me quedan pocos anos--decia--, y no puedo malgastarlos vagando por
Europa, cuando tantas cosas debo hacer aqui. Celinda me dara muchos
nietos, y no quiero que sean unos pobretones.
Los canales de Robledo habian llegado a las tierras de su propiedad,
convirtiendo los ralos y secos pastos de la estancia en lozanas
praderas de alfalfa, siempre humedas y verdes. Su "hacienda"
engordaba, multiplicandose prodigiosamente. Antes, tenia que cor
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