a extrana lucidez, que iba en aumento segun
ella bebia. Al verse duena de todo el _whisky_ deseaba quedar sola
para paladearlo sin prisa, y dijo a Robledo:
--Vayase y no se acuerde de mi. Si quiere darme algo, se lo
agradecere; si no me da nada, me contento con la botella: un regalo de
principe... Vayase, Robledo; este sitio no es para usted.
Pero el permanecio inmovil, deseando excitar su memoria para saber
algo mas de su misterioso pasado.
--?Y Canterac?... ?Encontro usted alguna vez al capitan Canterac?...
Este nombre tardo a resucitar en la memoria de ella mas aun que los
nombres anteriores. Robledo, para ayudarla, recordo el parque
artificial improvisado en su honor a orillas del rio Negro.
--Fue _chic_ aquella fiesta, ?no es cierto?... Otros hombres han hecho
por mi cosas mas caras; pero aquello resulto original... iPobre
capitan! Lo he visto despues muchas veces; creo que ahora es general.
?Como dice usted que se llamaba?...
Y siguio evocando sus recuerdos; pero el espanol se dio cuenta de que
confundia a Canterac con otro militar amigo suyo, haciendo una sola
persona de los dos hombres, conocidos en periodos distintos de su
vida.
Robledo sabia con certeza que Canterac habia muerto. Vagaba por las
republicas del Pacifico, cambiando de ocupacion, unas veces en las
salitreras de Chile, otras en las minas de Bolivia y del Peru, cuando
estallo la guerra, y volvio a Francia para incorporarse al ejercito.
Habia muerto en Verdun con un heroismo obscuro, como tantos otros, y
esta mujer no guardaba una imagen precisa de el, despues de haber
perturbado tan deplorablemente su existencia. Ni siquiera parecio
recordar su nombre al repetirlo Robledo.
Las preguntas de este iban excavando, sin embargo, su memoria, y al
fin acabo ella por repeler su adormecimiento mental, sufriendo el
salto en masa de los recuerdos despertados. De pronto fue Elena la que
pregunto:
--?Como se llamaba aquel muchacho americano companero suyo?... Creo
que fue el unico hombre que me intereso un poco entre los muchos que
me buscaban... Tal vez le ame, por lo mismo que nunca me deseo
verdaderamente. Algunas veces, muy de tarde en tarde, me he acordado
de el... ?Se caso?
Hizo Robledo un signo afirmativo y ella siguio hablando.
--No diga mas. Mirandole a usted creo que los anos pasados vuelven a
pasar, pero en sentido inverso, y todo lo recuerdo poco a poco... Ese
joven se llamaba Ricardo, y tal vez se habra casado con aquella
mu
|