os asaltantes bajaron poco a poco de la casa para oirle de mas cerca.
--?Que hacen ahi?--gritaba--. iSe ha ido!... Yo la he visto en un
coche con el senor Moreno, el del gobierno. Van a la estacion a tomar
el tren de Buenos Aires.
Inmediatamente se ofrecieron varios jinetes de buena voluntad para
alcanzarla en su fuga. Llevaba mucha delantera, pero tal vez a mata
caballo podrian detenerla en Fuerte Sarmiento.
Otros ponian en duda el exito de tal persecucion. Solo quedaba una
hora escasa para la llegada del tren, y como este partia de la
proxima estacion del Neuquen, nunca llegaba con retraso.
Las mujeres, por ser las mas furiosas, aconsejaban a los jinetes que
intentasen de todos modos la aventura, para traer a la "senorona"
arrastrandola del pelo. Otros varones, sesudos y de luminosas ideas,
proponian, con el mismo piadoso deseo, colocarse simplemente al lado
de la via, cuando pasase el tren cerca de la Presa, y hacer una
descarga cerrada sobre el coche que llevase a la grandisima... tal. Y
mostraban asombro cuando Robledo intentaba hacerles comprender que en
el mismo coche podian ir otros viajeros y ademas resultaba imposible
adivinar su vagon entre los muchos que componen un tren.
Cuando todas estas gentes, roncas de gritar y convencidas de que les
era imposible dar alcance a la "senorona", quedaron en silencio, el
ingeniero consiguio hacerse oir.
--Dejadla que se vaya. Es Gualiche que nos abandona, despues de
haberlo perturbado todo... Lo que hay que desear es que ese demonio no
vuelva nunca. iOjala se hubiese marchado antes!...
Al fin, cerrada ya la noche, las gentes se fueron apaciguando. Era la
hora de la cena, y los mas exaltados prefirieron seguir sus
conversaciones en la mesa familiar o en el almacen del Gallego.
Rojas se mostraba sombrio, como si hubiese olvidado todos los sucesos
de aquel dia para no ver mas que la fuga de Elena.
--Crea usted que lo siento, don Manuel. Mi gusto hubiese sido
remangarle las polleras, para con este rebenque...
Y haciendo con una mano el mismo ademan que si levantase las faldas de
Elena, iba explicando todo lo que su venganza se hubiese complacido en
realizar.
A partir de este dia, la existencia resulto angustiosa o monotona en
aquel pueblo, donde no quedaba otro personaje importante que Robledo.
Los obreros empezaron a desbandarse al ver suspendida la continuacion
de las obras. Pasaban el tiempo los grupos inactivos hablando de la
posibilidad de que se r
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