do pensativo. Primeramente se
imagino que Federico, no pudiendo dormir en toda la noche, habria
salido a dar un paseo al apuntar el alba.
Instintivamente empezo a mirar en torno de el, examinando la
habitacion. Vio sobre la mesa varios papeles, todos con una linea o
dos de letra de Torrebianca. Eran cartas empezadas por este y que
habia juzgado inutil continuar.
Leyo uno de los papeles: "Agradezco tus esfuerzos, pero no puedo
mas..." Lo escrito en otro decia asi: "La unica mujer que me amo
verdaderamente fue mi madre, y ha muerto. iSi yo tuviese la seguridad
de volver a encontrarla!..."
Robledo siguio examinando los demas papeles. Solo contenian renglones
borrados o palabras ininteligibles. Torrebianca habia querido
escribir, desistiendo al fin de tal esfuerzo. Se imagino ver a su
amigo, en las altas horas de la noche, arrojando la pluma--que el
acababa de descubrir caida en el suelo--y diciendo con la indiferencia
del que se considera ya por encima de las preocupaciones terrenales:
"iPara que!..."
Permanecio absorto, con estos papeles en una mano. Despues le reanimo
un pensamiento optimista. Tal vez su amigo estaba vagando por las
inmediaciones del pueblo. Aquellos escritos sin terminar mostraban su
falta de voluntad.
Examino el suelo fuera de su casa, e hizo un gesto de satisfaccion al
distinguir entre las huellas recientes del caballo de Watson el
contorno de un pie humano, que debia ser de su camarada. El habia
aprendido de los rastreadores del pais que estudian las huellas
perdidas en el desierto.
Las senales de los pies de Torrebianca le hicieron seguir una
callejuela abierta entre su casa y la inmediata, que venia a dar en el
campo. Pero una vez fuera del pueblo perdio el rastro, por ser
numerosas las pisadas de los que habian salido al amanecer.
Instintivamente marcho hacia el rio, siguiendo su ribera curso arriba.
Miraba las aguas deslizarse uniformemente, sin que el menor objeto
alterase su superficie. Al fin se canso de este examen sin mas guia ni
justificacion que un presentimiento.
"Este Federico--se dijo--me ha perturbado con sus desgracias. ?Por que
pienso cosas absurdas?... Volvamos a casa. Me avisa el corazon que lo
voy a encontrar cuando llegue. Habra estado paseando por el otro lado
del pueblo."
Y regreso a la Presa, sintiendo sin embargo una ansiedad que le hacia
marchar apresuradamente.
A la misma hora, cerca de la estancia de Rojas, estaba Manos Duras con
sus tres camaradas
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