os me tienen por zonzo, se darme bien la vuelta en esto de la
plata... Y apenas deje arreglados los negocios, nos embarcaremos para
Europa.
Otra vez, enardecido por su propias palabras y seguro de la aceptacion
de Elena, se atrevio a poner las manos sobre su cuerpo, pero se vio
repelido.
--No--dijo ella severamente, a la vez que entornaba los ojos con
malicia--. Le advierto que mientras no hayamos llegado a Paris solo
sere para usted una companera de viaje. Los hombres se muestran
ingratos si logran su deseo desde el primer momento; abusan de la
bondad de la mujer y olvidan luego sus compromisos.
Sonrio con una expresion prometedora, y dijo en voz queda, entornando
sus parpados:
--Pero asi que lleguemos a Paris...
Sintiose conmovido Moreno por el gesto con que acompanaba Elena tales
palabras.
"iOh, Paris!..." Esta exclamacion mental del oficinista resucito en su
imaginacion todos los episodios de la vida alegre que llevan los
extranjeros en la gran ciudad, segun el habia leido en las novelas.
Vio un elegante restoran nocturno, como se imaginaba que eran los
restoranes de Montmartre y como los habia admirado directamente muchas
veces en las historias cinematograficas. Creyo escuchar la musica
sacudida y saltarina de un _jazz-band_. Siguio con sus ojos la
rotacion de las parejas que bailaban en un gran rectangulo rodeado de
brillantes mesitas.
Despues entraba la marquesa vestida con llamativo lujo y apoyada en
el brazo de el mismo, que iba de frac, con una perla enorme en la
pechera. El encargado del establecimiento le saludaba familiar y
respetuoso, como a un parroquiano conocidisimo; las mujeres admiraban
de lejos las joyas de Elena; un _groom_ diminuto como un gnomo se
llevaba la rica capa de pieles de la senora, que esparcia un perfume
de jardin de ensueno. El examinaba la lista de vinos, pidiendo un
champana tan caro, que su nombre provocaba una reverencia admirativa
del encargado de la bodega.
Se desvanecio la vision, encontrandose Moreno otra vez en la antigua
casa de Pirovani, ante aquella mujer que tanto habia deseado con el
fervor que inspira lo que parece imposible de conseguir, y que le
miraba en estos momentos con ojos devoradores.
--iOh, Paris!--dijo--. iComo deseo verme alla con usted... Elena!
Porque usted me permite que la llame ahora simplemente Elena... ?no?
* * * * *
#XVIII#
Para Watson empezaron a sucederse los hechos con la rapidez
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