us altos merecimientos.
Asi fue soltando trozos de sus lecturas novelescas, y aunque la
marquesa parecia tan enterada como el de tales argumentos, acabo por
conmoverse y ablandarse bajo su elocuencia amorosa.
Era que la Torrebianca consideraba en su interior que ya habia
prolongado bastante el simulacro de su resistencia y creia llegado el
momento de ceder, para que Moreno hablase de cosas mas inmediatas y
urgentes. Como si no supiera lo que hacia, puso sus manos sobre los
hombros de el y le hablo de muy cerca, con voz tenue, al mismo tiempo
que miraba a lo alto, como sumida en sus recuerdos.
--iOh, Paris! Usted lo conoce por los libros, pero no sabe
verdaderamente lo que es aquella vida. Nos espera alla una existencia
muy dulce.
Considero el oficinista tales palabras como una aceptacion, creyendose
autorizado despues de ellas para abrazarla...
--?Si que acepta usted?... iOh! iGracias! igracias!
Pero Elena le repelio para que no pasase mas adelante en sus caricias,
y con una gravedad de mujer que sabe plantear los negocios, continuo
hablando:
--Si llegase a decir "acepto", seria con la condicion de que nos
marchasemos hoy mismo. De no ser asi, podria arrepentirme... Ademas,
?por que seguir mas tiempo en este rincon odioso? Todos son enemigos
mios. Hasta mi marido me abandona... No se que es de el.
Moreno contesto con movimientos de afirmacion. Debian aprovechar el
tren de aquella misma tarde. Si esperaban al proximo, era posible que
en el transcurso de dos dias ocurriesen nuevos incidentes. El pobre
empleado creia de buena fe que la marquesa era capaz de arrepentirse
de su resolucion, y consideraba necesario aprovechar este momento
favorable.
Elena fue haciendo preguntas, cada una de las cuales vino a ser como
un articulo del contrato verbal que establecia con el, antes de
seguirlo. Explico Moreno todo lo que Pirovani le habia confiado al
darle sus papeles y las instrucciones que anadio de palabra. Su
fortuna era solida. Antes del duelo le habia entregado igualmente todo
el dinero que tenia en su alojamiento. El oficinista podia costear el
viaje y la instalacion de ella por mucho tiempo en un lujoso hotel de
Buenos Aires.
--Una vez en la capital--continuo--cobrare todos los depositos que hay
alla a nombre de Pirovani y hare lo necesario para que el gobierno
pague igualmente lo que le debe por sus trabajos... Conozco a muchas
personas importantes que me ayudaran... Va usted a ver que, aunque
algun
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