vertiginosa y la falta de logica de los episodios de una pesadilla que
se desarrollan mas alla del tiempo y del espacio.
Oyo tiros; luego pasaron ante sus ojos varios jinetes a todo galope,
mientras otros, deteniendose, hacian fuego contra los dos andinos. En
vano Piola gritaba levantando sus brazos:
--iHermanos, no nos baleen, que somos gentes de paz y nos
entregamos!...
Los que llegaban no querian oir y seguian disparando sus rifles a
pesar de las ordenes de Robledo.
Cayo herido el camarada de Piola, y este juzgo oportuno echarse al
suelo, buscando refugio detras de su caballo.
Cuando todo el grupo de hombres de la Presa acabo de entrar en la
explanada del rancho, Watson no presto atencion a las exclamaciones
del espanol, asombrado de encontrarle alli. Tampoco se fijo en los
saludos del comisario. Los dos le olvidaron tambien para ir en busca
de Piola, colocandole sus revolveres en el pecho mientras le
preguntaban donde estaba Celinda. Algunos individuos de la expedicion
desmontaron para examinar al hombre recien herido y tambien al otro
cordillerano derribado por don Carlos.
Lo que atrajo la atencion del joven fue la presencia de su propio
caballo, sobre el cual se erguia con aire de importancia el pequeno
Cachafaz, senalando con un dedo acusador a los tres vencidos.
-Estos gauchos malos son los que se llevaron a mi patroncita. Yo los
vide...
Pero le fue imposible continuar, pues se sintio agarrado por el talle
y descendido violentamente de su dignidad ecuestre, quedando con los
pies en el suelo.
Ricardo habia hecho esto valiendose de su brazo sano y sofocando el
dolor que le causaban en el hombro herido tales movimientos. Su
caballo parecio reconocerlo al quedar el sobre la silla, y apenas le
hubo picado con sus espuelas, salio a todo galope en la misma
direccion seguida por Rojas.
Llevaba varios minutos el estanciero de perseguir a Manos Duras y no
perdia la esperanza de alcanzarlo. Era dificil poder galopar de un
modo continuo en aquellas pendientes arenosas. Ademas, el caballo del
gaucho llevaba a dos personas, y este tenia necesidad de conservar
sujeta a Celinda, al mismo tiempo que excitaba la marcha de su
cabalgadura. Rojas podia dedicarse con mayor ligereza a la
persecucion, teniendo ademas libres sus dos brazos.
Durante esta fuga el bandido volvio repetidas veces su cabeza y el
brazo derecho armado con un revolver. Dos balas pasaron silbando cerca
de don Carlos. Este contesto a lo
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