algo a su antigua patroncita. Cada uno
cuenta una cosa... Pero lo cierto es que en la estancia han matado a
alguien.
No pudo continuar hablando la criada, en vista de la poca curiosidad
que mostraba su senora. Se habia limitado a una exclamacion de
sorpresa al escuchar las primeras palabras. Luego quedo en silencio,
como si no le interesase el relato.
Permanecio toda la manana en su salon, despues de haber tomado el
desayuno. Pensaba con impaciencia en las largas horas que debian
transcurrir antes de que llegase la noche. Estaba resuelta a llamar a
Robledo; pero este, segun las noticias de su criadita, se habia ido
con el comisario a la estancia de Rojas y no regresaria hasta el
atardecer.
Le era imposible seguir viviendo mas tiempo en aquel pueblo. Que se
quedase su marido, trabajando en los canales. Ella pensaba pedir a
Robledo que le proporcionase los medios de regresar a Paris, o cuando
menos el dinero necesario para volver a Buenos Aires. Una vez en la
gran ciudad sabria defenderse. En su primera juventud se habia visto
en situaciones iguales o peores, y conocia por experiencia como una
mujer energica puede salir de los pasos dificiles con mas soltura que
un hombre.
Deseaba que anocheciese pronto, pensando en su futura conversacion con
el espanol. Al mismo tiempo le daba miedo el rapido deslizamiento de
las horas, pues alguien podia venir a su ventana para exigirle el
cumplimiento de una promesa hecha la noche antes.
Necesitaba un esfuerzo mental para convencerse de que no habia sonado
su entrevista con Manos Duras.
"iQue absurdo!--penso--. Pero ?he podido hacer realmente eso?"
Muchas veces en su existencia habia sentido la misma extraneza por los
propios actos, como si hubiesen en su interior dos personalidades
antagonicas, una de las cuales inspiraba horror a la otra.
"iY ese hombre tal vez venga esta misma noche!", seguia pensando.
Para tranquilizarse se dijo que bien podia ser que el gaucho hubiese
olvidado sus promesas. Pero inmediatamente recordo las vagas noticias
que le habia dado su criadita de algo terrible ocurrido en la
estancia de Rojas.
Como estaba predispuesta a creer que todos los sucesos debian plegarse
a sus conveniencias, sintio finalmente la confianza del optimismo.
"No vendra--se dijo--. iQue disparate! ?Como puede ese hombre haber
creido una promesa tan absurda?..."
Despues de las noticias que habian circulado por el pueblo, no se
atreveria a volver. Ademas, aquel
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