aba ante la crueldad. Y esta mujer, al despertarse, aconsejaba
imperiosamente a su companera: "No dejes que se marche. El destino te
lo envia."
Contemplandola Moreno con ojos mas atrevidos que en los tiempos que no
se creia rico y poderoso, vio de pronto como el rostro de la "senora
marquesa" parecia velarse, lo mismo que si se deslizase sobre el la
sombra de una nube invisible. Luego contrajo su boca con expresion
dolorosa y se llevo las manos al rostro, para ocultar sus lagrimas.
Se levanto de su sillon el oficinista para consolarla. Comprendia el
dolor de ella viendo el traje de luto que llevaba por la muerte de la
madre de su esposo. Ademas, iel triste fin de Pirovani, la fuga de
Canterac, tantos sucesos en tan poco tiempo!...
--Es muy triste, senora marquesa, lo que le ocurre, pero no por eso
debe usted llorar.
Y se atrevio a tomarle las manos, oprimiendoselas dulcemente antes de
apartarlas de sus ojos, humedos de llanto.
--No lloro por lo que usted cree--suspiro ella--, lloro por mi misma,
por mi desgracia, que no tiene remedio. Estoy sola en el mundo. Mi
marido no ha vuelto a casa hace dos dias... y tal vez no volvera.
iQuien sabe que calumnias le han contado!... Me quedaban mis amigos,
mis buenos amigos; el uno ha muerto y el otro anda fugitivo. Solo
podia contar con usted... iy usted se marcha para siempre!
El oficinista, conmovido por tales palabras, empezo a balbucear:
--Cuente siempre con mi admiracion, senora marquesa... Yo me voy, y en
realidad no me voy... Me tendra usted en Buenos Aires...
Evito seguir hablando, por miedo a las incoherencias en que le hacia
incurrir su emocion. Elena habia secado sus lagrimas y le miraba ahora
con interes.
--Jamas he conseguido hacerme comprender--dijo--. Los hombres son asi:
acuden todos al mismo tiempo cuando les gusta una senora y la aturden
con sus asiduidades, quitandose el sitio unos a otros de tal modo, que
la pobre se desorienta y acaba por no saber hacia donde va su
predileccion. Ahora que usted se marcha y le pierdo tal vez para
siempre, me doy cuenta de que los dos pobres amigos que nos
abandonaron se colocaban en primer termino con tal violencia, que
consiguieron ocultarme el hombre mas interesante para mi.
Se sintio Moreno de tal modo trastornado por esta revelacion, que tomo
entre sus manos la diestra de Elena.
--iOh, marquesa! ?que dice usted?
Ella, despues de dejarse acariciar la mano, oprimio con sus dedos una
de las de el, ana
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