os estaban en el interior de las ruinas, tal vez durmiendo.
"?Donde guardaran a Celinda?", penso el joven.
Arrastrandose siempre entre los matorrales, empezo a seguir el
contorno de la loma de arena, para poder ver las ruinas por el lado
opuesto. Los dos bandoleros continuaron hablando, sin sospechar que
sobre el borde de la pendiente que tenian junto a ellos se deslizaba
un hombre espiandolos.
El acompanante de Manos Duras, que era el llamado Piola, le hablo con
tono de reconvencion.
--Bien sabes vos que no me gustan negocios en que hay hembras de por
medio. Casi nunca terminan bien, y ademas arman un bochinche de los
demonios. Mejor era habernos ido a tomar "hacienda" en el Limay, para
luego venderla en la Cordillera. Mejor tambien habernos llevado las
vacas del viejo Rojas y convertirlas en plata, en vez de entretenernos
como unos muchachos en robarle su vaquillona.
Manos Duras contesto con un gesto de hombre superior que no considera
necesario explicar la conveniencia de sus actos. Piola continuo:
--Tal vez tengas vos tus razones para eso. Nosotros te ayudamos como
hermanos, pero si te han dado plata por llevarte a esa senorita,
debias partirtela con nosotros.
El gaucho tomo una actitud altiva.
--Nada de plata. Te explique que esto es venganza; la peor para ese
viejito que me insulto... Ya sabes tambien nuestro trato. Me la
guardais, y luego, cuando estemos en la Cordillera, sera para
vosotros.
Piola sonrio con una alegria repugnante al oir mencionar este
convenio.
--Bueno; te la guardaremos--dijo--. Tu seras el primero... si es que
vuelves a juntarte con nosotros no mas lejos que manana. Si tardas no
la encontraras entera... Pero ?por que no emprendes viaje ahora con
nosotros? ?Que tienes que hacer en la Presa esta noche, que nos
abandonas?
--Un cobro--contesto Manos Daras, con petulancia--. Quiero dejar mis
cuentas bien arregladas antes de irme.
Como el otro no podia explicarse el optimismo de su companero, empezo
a hacer calculos. Tal vez a aquellas horas ya se sabia en el pueblo lo
ocurrido en la estancia de Rojas. Y si aun lo ignoraban, lo sabrian
antes de que transcurriese mucho tiempo, o sea tan pronto como
volviese don Carlos a su casa despues del inutil viaje a la Presa. ?No
temia Manos Duras que el comisario y las demas gentes del pueblo le
atribuyesen el rapto de la muchacha?
--Puede que sea asi--contesto el gaucho--, ipero me han supuesto
tantas cosas, sin llegar a probarme
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