eron tales sus gritos y repitio tanto su nombre para inspirar
confianza, que al fin sonaron pasos en el interior del edificio y
asomo a una puertecita el rostro arrugado y cobrizo de la madre de
Cachafaz. Otras criadas y peones de la estancia, todos mestizos,
fueron surgiendo de sus escondites, balbuceando respuestas
ininteligibles o persistiendo en un silencio de terror.
Salio Watson de la casa a tiempo para ver como el pequeno Cachafaz
venia de los corrales, mirando inquieto a un lado y a otro. De pronto,
todos a la vez quisieron relatar al ingeniero lo ocurrido, pero el
pequeno se les adelanto con cierta autoridad.
El estaba junto a la patroncita y lo habia visto todo. Tres hombres
llegaron a todo galope. Cachafaz habia salido de la casa atraido por
los ladridos de los mastines y oyo los tiros que les daban muerte.
Luego vio a un peon que corria hacia los jinetes, sin duda para
preguntarles por que invadian de este modo la estancia. Los tres
dispararon sus revolveres contra el y rodo por el suelo.
--Yo me meti corriendo en la casa--continuo el pequeno--. La
patroncita fue a salir para ver que pasaba, pero llegaron los tres
hombres malos y le echaron un poncho por la cabeza. Me escondi debajo
de una mesa; luego me asome, y vi como montaban y se llevaban a la
patroncita, que hacia con sus brazos asi... asi, debajo del poncho. Y
no se mas.
Los otros deseaban contar igualmente sus impresiones, aunque en
realidad no habian visto gran cosa, pues se escondieron al caer muerto
el peon, permaneciendo ocultos hasta la llegada de Watson. Este,
mientras se defendia de tantas personas que le hablaban a la vez,
penso con remordimiento en aquella indecision que le habia hecho vagar
junto a las alambradas de la estancia. iNo haber entrado media hora
antes, para estar al lado de Celinda y defenderla!...
Adivino en los ojos de antilope de Cachafaz que callaba otras cosas y
queria decirselas a el, pero a solas. Sonreia el pequeno con desprecio
al escuchar como los otros daban senas contradictorias describiendo a
los asaltantes. Todos creian conocerlos y cada uno los habia visto de
distinto modo. Watson lo llevo aparte, y empinandose Cachafaz sobre la
punta de sus pies, le dijo en voz baja:
--Es Manos Duras el que ha robado a la patroncita. Yo se donde la
tiene.
Acosado por las preguntas de Ricardo, fue explicandose. Ninguno de los
tres hombres que se llevaron a Celinda era Manos Duras. Pero el
pequeno, al abandonar su e
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