no se como llegare a conseguirlo, pero se ira, y tu
quedaras conmigo.
Paso una mano por la espalda de Torrebianca, acariciandole con
expresion paternal, mientras el marques conservaba oculto el rostro.
Aborrecia ahora a su esposa, pero al mismo tiempo experimentaba un
inexplicable malestar pensando que iba a separarse de ella para
siempre.
* * * * *
#XVI#
Agitada por su curiosidad femenil, espero la mestiza con impaciencia
la hora de la cita.
Estaba en la cocina de la casa, situada en el corral, bajo un
cobertizo. Sobre una mesa tenia un reloj despertador, y varias veces
aproximo a el su quinque para saber la hora. Poco antes de las diez se
quito los zapatos, atravesando descalza el corral, para seguir a
continuacion una de las galerias exteriores.
Asi llego, con paso silencioso, al angulo del edificio mas inmediato a
la ventana del dormitorio de Elena. Luego se sento en el suelo de
tablas, encogiendose para escuchar sin ser vista.
Distinguio al poco rato en la obscuridad a Manos Duras, que iba
aproximandose a la casa. Vio como se quitaba las espuelas,
guardandolas en el cinto, y subia cautelosamente los peldanos de la
escalinata. Se abrio poco despues la ventana del dormitorio de la
senora, y aparecio esta, haciendo signos al recien llegado para que
hablase en voz baja.
Sebastiana se esforzo por oir, pero la ventana estaba tan lejos, que
solo reconcentrando su atencion pudo alcanzar fragmentariamente
algunas palabras. Estas palabras eran dichas con voces tan tenues, que
no pudo tener una certeza absoluta de su exactitud. Le parecio oir
"Celinda" y "Flor de Rio Negro". Poco despues creyo que era esto un
error de sus sentidos.
"?Que tiene que ver--se dijo--mi antigua patroncita con los enredos de
esta gente?"
Avanzando su cabeza fuera de la esquina, alcanzaba a ver a Manos Duras
y a la senora. El gaucho oia a esta con movimientos de aprobacion.
Otras veces era el quien hablaba, pero brevemente, apoyando sus
palabras con gestos afirmativos. Hubo un momento en que pretendio
coger las manos de ella, pero Elena se echo atras con una retraccion
que denotaba al mismo tiempo repugnancia y altivez. Inmediatamente
parecio arrepentirse, y dijo en voz mas alta, con tono de promesa:
--De eso hablaremos manana u otro dia, cuando haya hecho usted mi
encargo. Ya sabe lo que hemos convenido.
Y se despidio de el con cierta coqueteria, aunque procurando
mantenerse a gr
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