sibles dejaban en el
cuerpo.
--Yo le buscare un machi que la ponga buena, nina, sacandole esa
tristeza que le han dado los ayacuyas. iPero que no lo sepa el
patron!...
Celinda sonreia de los remedios propuestos por la madre de Cachafaz, y
cuando se cansaba de permanecer encerrada en la estancia iba en busca
de su caballo para correr el campo sin objeto. Ya no se vestia de
muchacho. Parecia abominar de este traje, a causa de los recuerdos que
despertaba en ella. Preferia montar con faldas y olvidaba el lazo, que
era antes su mayor diversion.
Llevaba esta manana mas de una hora de galope por las tierras de su
padre, cuando vio sobre una altura a un jinete, inmovil y
empequenecido por la distancia, semejante a un soldadito de plomo.
Se detuvo al notar que este jinete minusculo, como si la hubiese
reconocido, se echaba cuesta abajo, galopando hacia ella. Dejo de
verlo algun tiempo y luego reaparecio, considerablemente agrandado, en
el borde de una hondonada proxima. Al convencerse de que era Watson,
el primer impulso de ella fue huir. Despues se arrepintio de esta
fuga, por considerarla una cobardia, quedando inmovil, en actitud
desdenosa.
Llego Ricardo y se quito el sombrero, bajando los ojos humildemente.
Queria hablar, pero no encontraba las palabras. Ademas, ella no le dio
tiempo para expresarse.
--?Que busca usted?--dijo con dureza--. ?Es que le ha despedido su
gringa? Aqui no se admiten puchos de otra.
E hizo dar vuelta a su caballo para marcharse. Ricardo pretendio
enternecerla con su voz suplicante:
--iCelinda! Vengo a manifestar mi arrepentimiento... Vengo en busca de
mi Flor de Rio Negro.
Ella parecio conmoverse al notar la humildad infantil con que el
moceton decia estas palabras, pero inmediatamente recobro su dureza.
--iPerdone por Dios, hermano, y siga viaje!... Hoy no puedo hacer
limosnas.
Empezo a alejarse, pero todavia se detuvo para anadir con una crueldad
de nina mimada:
--No me gustan los hombres que piden perdon. Ademas, jure que solo
volveria a verle si me echaba el lazo... Pero no podra echarmelo
nunca. Usted no es mas que un gringo chapeton, y ademas de torpe
desagradecido.
Y metiendo espuelas a su caballo salio a todo galope, no sin hacer
antes a Ricardo un gesto de desprecio. Quedo este avergonzado por la
cruel despedida de la amazona y sin deseos de seguirla. Despues su
vanidad se alboroto, y quiso alcanzarla para que reconociese que no
era un "chapeton", un torpe,
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