reproches, obligando a la
autoridad de la Presa a guardarla con aquellos dos hombres apoyados en
sus sables que veia desde su ventana. iY ella habia atravesado el
Oceano y venido a instalarse en una tierra casi salvaje, para
encontrarse finalmente en tal situacion!...
Siempre habia conseguido un remedio en los mayores apuros de su vida;
siempre lograba salir de los conflictos bien o mal; pero ahora no
podia acertar con la solucion necesaria... ?Irse de alli? ?Como
lograrlo? Eran pobres lo mismo que al llegar; mas aun, pues Robledo no
iba a pagarles igualmente su viaje de regreso. ?Adonde dirigirse, si
su esposo habia huido de Paris y alla le esperaba la Justicia?
Penso con miedo en la prolongacion de su vida en la Presa. Habia
resultado tolerable hasta el presente por las larguezas de Pirovani y
la rivalidad de este con los otros. Mas iay! el italiano habia muerto,
y ella tendria que abandonar esta casa que era como un palacio
dominador de todo el pueblo. Nadie vendria en adelante a desearla y
admirarla, esforzandose por hacer agradable su vida. Unicamente
quedaba Robledo: un enemigo... Quedaba tambien Watson, que podia haber
representado para ella una solucion; pero ieste hombre habia cambiado
tanto!...
Cruzo por su pensamiento una idea que la habia halagado en los ultimos
dias, cuando el joven la acompanaba en sus paseos. Ella podia
abandonar a Torrebianca, que era un naufrago incapaz de salir a la
orilla, e irse con Watson por el mundo. Un hombre energico y algo
inocente como este joven, aconsejado por una mujer experta, podia
acabar triunfando en cualquier pais. En su vida anterior tenia Elena
episodios mas arriesgados... Pero inmediatamente sentia la fiebre del
odio al convencerse de que era imposible esta solucion.
Ricardo habia huido de ella para siempre. Ya no podia dudar de este
alejamiento, despues de haberle hablado desde su ventana la tarde
anterior. Tal vez le seria facil su reconquista viendolo a solas; pero
el otro, como si presintiese el peligro, habia dicho que solo volveria
a visitarla en otra casa y en presencia de su esposo. La voz con que
afirmo esto y su mirada revelaban una voluntad inconmovible.
Como Elena no podia sospechar el cambio de ideas que se habia
realizado en Canterac despues del duelo, ni tampoco la breve
conversacion de este con Watson al marcharse, atribuia dicho trastorno
en la actitud del joven a la influencia de Celinda.
"Me lo ha tomado otra vez--penso--. Esa muchach
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