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Aquella tarde la paso Elena sola en su salon. Varias veces tomo un
libro, pero sus ojos se deslizaban sobre las paginas sin comprender el
sentido de una sola linea.
Permanecio largo rato pensativa en el sofa, fumando cigarrillos. Luego
fue a situarse junto a una ventana, mirando a traves de sus vidrios la
calle central, de modo que no la viesen desde fuera.
En realidad solo podia ser vista por dos de los cuatro policias de la
Presa que habia colocado don Roque cerca de la casa, para evitar que
se reuniesen grupos, como el dia anterior. La gente parecia haber
olvidado por el momento la antigua vivienda de Pirovani. Nadie se
detenia ante ella y resultaba inutil la precaucion del comisario.
Ademas, muchos de los trabajadores del dique habian ido a Fuerte
Sarmiento para asistir al entierro del contratista. Los otros estaban
en el "Almacen del Gallego" o formaban corros en las afueras del
pueblo, discutiendo acaloradamente sobre la posibilidad de que se
suspendiesen en breve los trabajos, quedando todos sin ocupacion.
Algunos, mas optimistas, creian que en el primer tren iba a llegar un
nuevo ingeniero director, como si al gobierno de Buenos Aires le fuese
imposible vivir si no reanudaba los trabajos inmediatamente. El
Gallego y otros espanoles hacian apuestas sosteniendo que su
compatriota don Manuel Robledo, al que respetaban como una gloria
nacional, seria el designado para la nueva direccion.
Ciertos peones viejos que habian rodado por todas las obras publicas
del pais levantaban los hombros con una expresion fatalista.
--La carreta se ha atascado, y vereis el tiempo que pasa antes que
vuelva a rodar.
Mientras Elena, de pie junto a los vidrios, contemplaba la calle
solitaria, iba repasando mentalmente todas las dificultades de su
actual situacion. Pirovani muerto; el otro huido; la casa que ella
ocupaba no sabiendo aun de quien iba a ser... Ademas penso en lo que
estaria diciendo Robledo y en la hostilidad repentina de aquel Watson,
unica persona cuya presencia parecia esparcir cierto interes
sentimental sobre la vida monotona que llevaba alli. Tal vez a aquella
misma hora Ricardo iba en busca de la muchachuela que habia intentado
golpearla con su latigo...
Nunca, en el curso de su complicada historia, que ella sola conocia
exactamente, se habia encontrado en peor situacion. Hasta aquella
muchedumbre heterogenea--en la que habia muchos con un pasado europeo
repleto de delitos--se atrevia a dirigirle
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