cuchara,
al ir del plato a los labios, veia inmediatamente, en tan corto viaje,
posarse sobre sus bordes algunas de estas intrusas, que se estiraban,
alargando las patas y agitando las alas.
Se dejaban matar; pero eran tantas, itantas! que los hombres desistian
de atacarlas, transigiendo con ellas por cansancio, y unicamente las
repelian con el aliento o escupiendolas cuando se colaban en su boca
y sus narices.
Otros parasitos asaltaban igualmente las viviendas de este pueblo
perdido en la soledad. En el boliche, por ser mayor la concurrencia,
parecian mas numerosas las plagas. Del techo y las paredes de madera
se desprendian insectos sanguinarios sobre las curtidas epidermis,
para perforarlas y chupar su jugo. Otras veces surgian del suelo,
remontandose por las gruesas botas. En invierno, el boliche, por estar
con las puertas cerradas, conservaba una atmosfera densa de humo de
tabaco, que olia a ginebra, a vino agrio, a ropa mojada y a cuero de
zapato. El criterio mas absurdo, falto completamente de economia y de
logica, parecia guiar la marcha comercial del establecimiento. Apenas
habia sillas en el. Los guitarristas colocaban sus posaderas en
craneos de caballo; una parte del publico se dejaba caer en el suelo
al sentir cansancio, y al mismo tiempo, en la anaqueleria, detras del
mostrador, se renovaban todas las semanas las filas de botellas de
champana. Cuando los jornaleros cobraban su quincena, el Gallego tenia
que atender a las mas disparatadas orgias. Los que, faltos de familia,
podian gastar todo el dinero ganado en su propia persona, imaginaban
banquetes babilonicos, pidiendo latas de sardinas de Espana para
remojarlas con varias botellas de Pomery Greno. Muchas veces escaseaba
el pan en la Presa; pero el parroquiano, obligado a comer galleta
dura, conocia el gusto del _foie gras_ y cuanto cuesta una botella de
Moeet-Chandon. En las noches transcurridas entre dos pagas, el _whisky_
y la ginebra apagaban la sed silenciosa de unos y daban nuevas fuerzas
a otros para seguir hablando.
El principal tema de conversacion era adivinar cuando se detendria el
tren en la Presa regularmente. Las locomotoras solo hacian alto alli
cuando descargaban maquinaria para las obras del dique.
A los del campamento les parecia una injusticia que pasasen los
vagones de largo hasta la estacion de Fuerte Sarmiento, con el
pretexto de que aun no habian terminado las obras en el rio ni las
tierras inmediatas estaban regadas, si
|