e los sembraron. Segun los cortaban crecian mas fuertes y
lozanos.
--Si el hombre pudiese comer alfalfa--declaraba sentenciosamente el
Gallego--quedaria resuelto para siempre el problema social, al haber
en el mundo comida de sobra para todos.
Por desgracia, solo los animales podian asimilarse este alimento
maravilloso. Las ovejas que el vasco apacentaba en sus alfalfares eran
como bestias de otro planeta, donde una nutricion maravillosa diese a
los seres proporciones exageradas.
--Parecen animales vistos con anteojos de aumento--decia el bolichero.
Su rico compatriota el vasco, orgulloso de sus prados infinitos y de
sus ovejas enormes como mastines, se complacia en decir a algun
vagabundo que pasaba junto a su propiedad:
--Si llegas a cargarte esa oveja, te la regalo.
Pero el hombre, despues de grandes esfuerzos, no lograba echarse a la
espalda el pesado animal. Cuando recibia a algun huesped, lo
obsequiaba con un pavo puesto en el asador. Y el invitado se confundia
al verlo sobre la mesa, creyendo que esta ave, nutrida con alfalfa,
era un corderillo asado.
La abundancia que rodeaba al tal espanol le permitia ser tolerante
con la miseria ajena y perdonar el robo. No podia transigir con Manos
Duras y otros aficionados al cuatrerismo, porque se llevaban los
animales enteros.
--Que me roben toda la carne que quieran--decia--; yo he sido pobre y
se lo que es el hambre. Pero a lo menos, ipucha! que me dejen los
cueros.
Mas de una vez, al recorrer a caballo su enorme propiedad, prorrumpia
en maldiciones viendo junto a un canal las entranas y otros restos de
una oveja. Pero algunos pasos mas alla encontraba la piel todavia
fresca puesta sobre una alambrada, y esto le hacia sonreir.
--Asi me gusta; que haya decencia y solo se lleven lo que sirve para
matar el hambre.
El dueno del boliche sonaba con alcanzar algun dia la riqueza de su
compatriota, poseyendo inmensos alfalfares. Y hablando del celebre
pasto con otros que eran duenos igualmente de tierras yermas y
esperaban el momento del riego, no sentian el paso de las horas
nocturnas. Experimentaban las mismas emociones de los ninos mientras
escuchan en la velada el relato de un cuento prodigioso.
--iCuando llegara el dia que veamos la tierra de nuestros campos roja
y cubierta de agua, lo mismo que si fuesemos a hacer ladrillos con
ella!
Quedaban como extaticos al pensar en esto. Despues miraban el reloj.
Era tarde, y habia que ir a la cama para
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