tarde en que Elena los habia
sorprendido cerca del rio, a el y a Celinda, mientras esta le ensenaba
a tirar el lazo.
Elena, para repeler tal recuerdo, se aproximo mas al joven, apoyando
sus manos en las solapas de su blusa. Parecia querer mirarse en sus
pupilas, al mismo tiempo que concentraba en los propios ojos todo su
poder de seduccion.
--?Amigos de veras?...--pregunto con una voz susurrante--. ?Amigos
para siempre?... ?Amigos por encima de la calumnia y de la envidia?
El joven se sintio vencido por el contacto y los perfumes de aquella
mujer. El recuerdo de la ribera del rio y las alegres lecciones de
Celinda fue desvaneciendose. Hubo algo dentro de el que intento
resistirse todavia a esta influencia. Paso por su memoria el recuerdo
de las heroinas fatales de los libros. Hizo un movimiento como si
fuese a decir "no", y llevo sus manos a las manos de ella para
despegarlas de su pecho. Pero sus dedos, al sentir el contacto de la
epidermis femenina, se inmovilizaron en voluptuoso desmayo para
oprimir despues, acariciadores, las manos de ella. Y como los ojos de
Elena parecian implorar una respuesta a sus recientes preguntas, el
hizo un movimiento con su cabeza: "Si".
A partir de este dia Watson fue el unico acompanante de la esposa de
Torrebianca en sus paseos a caballo. Frente a la antigua casa de
Pirovani se situaba un mestizo encargado de la caballeriza del
contratista, teniendo de las riendas a una yegua blanca con silla
femenil.
Llegaba Ricardo a caballo, aparecia en lo alto de la escalinata Elena,
vestida de amazona, y en el mismo instante se presentaba en la calle
el contratista, como si hubiese estado oculto esperando una
oportunidad para mostrarse. Tambien iba a caballo, pero la "senora
marquesa" se negaba a aceptar su compania.
--Vaya usted a sus negocios, senor Pirovani. Mi marido dice que los
descuida usted mucho, y eso me entristece... El senor Watson esta mas
libre ahora y me acompanara.
Acababa el italiano por aceptar tales palabras, con cierto
agradecimiento. iComo se interesaba por sus negocios esta mujer! No
podia mostrar con mas claridad la simpatia por todo lo referente a su
persona. Ademas, el acompanamiento de Watson no podia inspirarle
celos. Todos le tenian en el pais por novio de la nina de Rojas... Y
finalmente se retiraba, aunque de mal talante, para ir a visitar las
obras del dique.
Otras veces, cuando ya estaba Elena en la silla, se presentaba
Canterac, tambien a cabal
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