na amistad noble y
pura, un amigo desinteresado, un companero que me aprecie por mi alma
y no por mis atractivos corporales.
Watson movio la cabeza instintivamente. Este movimiento era un reflejo
de la aprobacion que daba en su interior a tales palabras. Iba
formandose ya una opinion sobre aquella mujer.
--Siempre crei--continuo ella--que este amigo ideal podia serlo usted,
que parece tan bueno... Pero iay! usted me detesta, usted huye de mi,
creyendome tal vez una mujer temible, como hay tantas en el mundo,
cuando en realidad no soy mas que una infeliz.
Para expresar Ricardo con mas vehemencia su protesta, se puso de pie,
llevandose una mano al pecho. El no habia sentido nunca antipatia por
ella, ni deseaba huir de su trato. Era un _gentleman_ que pensaba
siempre con el mayor respeto de la esposa de su companero Torrebianca.
Pero confesaba que hasta ahora no la habia conocido bien.
--Esto no es extraordinario. A veces las personas se hablan anos y
anos y creen conocerse, hasta que un dia, de pronto, se conocen en
realidad y se ven muy distintas de como se habian imaginado. Yo,
despues de lo que acabo de oir...
No dijo mas, pero su silencio y sus ojos dieron a entender la emocion
que habian producido en el las palabras de Elena...
Esta se levanto igualmente, aproximandose a Watson para tenderle una
mano.
--Entonces, ?acepta usted ser ese amigo que tanto necesito para
continuar mi existencia?... ?Quiere servirme de apoyo y de guia?...
Turbado por la mirada de ella, balbuceo el joven palabras truncadas,
estrechando al mismo tiempo la mano femenina que se mantenia dentro de
la suya. La marquesa acogio esta vaga aceptacion con un regocijo
infantil.
--iQue felicidad! Me visitara usted todos los dias, me acompanara en
mis paseos a caballo, y ya no me vere seguida por esos suspirantes
pegajosos que me molestan continuamente.
Mostrose sorprendido Ricardo por la alegria de la Torrebianca. El no
habia prometido nada de esto; pero no se atrevio a protestar.
Como si no tuviese ya duda de que el joven iba a ser su acompanante,
Elena empezo a reir con una risa algo maliciosa.
--Ademas, en nuestros paseos me ensenara usted a tirar el lazo. iComo
deseo poseer esa habilidad!...
Se dio cuenta inmediatamente de lo inoportunas que resultaban sus
palabras. Watson habia entornado los ojos, al mismo tiempo que su
frente parecia obscurecerse, pasando por ella la sombra de un desfile
de lejanas imagenes. Recordo la
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