a obligado a rescindir su contrato, yendose de aqui.
Luego se aproximo a Moreno para hablar en voz baja, como si temiese
ser oido.
--Quiero hacer algo extraordinario, algo que ese emigrante sin
educacion no pueda discurrir. Anoche lo he pensado. En el primer
momento crei que era un disparate, pero despues de reflexionar largas
horas reconozco que es algo original y digno de realizarse, si resulta
posible... Pirovani ha ofrecido una casa a la marquesa. Yo la ofrecere
un parque... un parque que hare surgir en pleno desierto patagonico.
?Que le parece mi idea, amigo Moreno?
El oficinista le escuchaba con interes y asombro, pero no supo que
contestar. Necesitaba mas explicaciones, y el otro siguio hablando.
--En ese parque dare una fiesta, una _garden-party_, en honor de
nuestra amiga la marquesa, y hasta me proporcionare la venganza de
invitar a ese rustico enriquecido, para que se muera de envidia. Usted
me hara el favor de dirigirlo todo. Aqui tiene las instrucciones; las
escribi anoche, aprovechando mi falta de sueno.
Tomo el argentino el papel que le ofrecia Canterac, y luego de leerlo
miro al ingeniero con extraneza, como si dudase de su razon.
--Comprendo su asombro... Resultara caro, lo se; pero no importa.
Gaste sin miedo. Acabo de cobrar unos cuantos miles de pesos que
pensaba remitir a Paris. Prefiero asombrar a la marquesa con mi
parque. Ya ganare otra plata mas adelante: tengo confianza en el
porvenir.
Y dijo esto de buena fe, con el dulce optimismo de los que se sienten
enamorados.
Al dia siguiente era domingo, y Watson fue por la manana a la antigua
casa de Pirovani para ver a Torrebianca. Necesitaba hablarle de un
asunto relacionado con los trabajos de los canales. Robledo se habia
marchado dos dias antes a Buenos Aires para pedir a los Bancos un
nuevo credito que le permitiese continuar sus obras, y tambien para
vender ciertos terrenos que poseia en la Pampa central.
Subio el joven con cierta inquietud la escalinata de madera, despues
de mirar disimuladamente a las ventanas. Llamo a la puerta con recato,
como si no quisiera ser oido por todos los habitantes de la casa, y
sonrio al ver que era Sebastiana la que salia a abrirle.
--El senor no esta: se fue con don Canterac a Fuerte Sarmiento esta
manana. ?Y don Robledo, esta bueno?...
La mestiza, como muchas gentes del pais, aplicaba el don
indistintamente a los nombres y los apellidos.
Iba Watson a retirarse, cuando se levanto un po
|