n lo cual era imposible su
colonizacion.
En el viejo mundo se creaban al principio las poblaciones, y despues
se construian para ellas los ferrocarriles. En esta tierra nueva
ocurria lo contrario. Primeramente se habian tendido los rieles a
traves del desierto; despues, de cincuenta en cincuenta kilometros, se
creaba una estacion, formandose un pueblo en torno a ella.
--?Por que no ha de existir una estacion aqui, en la Presa, donde
vivimos cerca de mil personas?--clamaba Antonio Gonzalez, el dueno del
boliche--. En cambio, el tren se detiene en muchos sitios donde solo
hay un caballo atado a un poste para llevarse la correspondencia.
Debiamos enviar una comision a Buenos Aires.
Mientras tanto, los concurrentes se limitaban a hacer suposiciones
sobre la fecha en que el tren empezaria a detenerse alli con
regularidad, apostando cajones de botellas de champana a favor de un
mes o de otro.
Ciertos grupos conversaban aparte, sin sentirse atraidos por el baile
ni por las mujeres agregadas al establecimiento del Gallego, en el que
se vendian lo mismo el alcohol y el amor. Iban hablando con arreglo a
sus gustos y a los azares de su profesion.
Los roturadores de tierras mencionaban el alpataco, odioso arbusto del
pais, que yergue sobre el suelo una cabellera vegetal de escasa
altura, y en cambio avanza sus raices hasta una distancia de treinta
metros. Su madera era dura como el bronce y hacia rebotar las hachas,
rompiendolas muchas veces. Uno de estos arbustos exigia varios hombres
y un dia entero para ser arrancado, y cuando los roturadores a destajo
lo encontraban, prorrumpian en lamentaciones y juramentos.
El camarero apodado _Friterini_, joven palido, de cabellera echada
atras, ojos febriles y brazos arremangados, cuando dejaba de servir a
los concurrentes iba a una mesa ocupada por varios trabajadores
espanoles, a los que describia la belleza de su ciudad natal en un
lenguaje de italiano llegado dos anos antes al pais.
--Yo non dico que Brescia sia una grande cita: questo no; ma cuando
llega la noche los covenes salen con mandolinos a hacer serenatas, y
cada uno tiene su amor... Algo mas hermoso que aqui... iAh,
Brescia!...
Acodado el Gallego en el mostrador escuchaba a los parroquianos mas
viejos, jinetes del pais que habian cabalgado de los Andes al
Atlantico y del rio Colorado al estrecho de Magallanes como guias de
los compradores de "hacienda" o explorando el desierto para descubrir
aguadas y nuevos
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