regunto, gentleman, si despues de haber escuchado lo que dije
sobre los diversos periodos de nuestra literatura no cree usted que el
poeta Momaren resulta el mas eminente de todos en el genero sentimental.
--Es indiscutible--respondio el coloso--, y solo los ignorantes pueden
opinar lo contrario.
Esta respuesta devolvio en parte su tranquilidad al Padre de los
Maestros, pero todavia sonaron algunas risas entre la gente joven,
aunque menos audaces por ir dirigidas concretamente contra la persona
del jefe supremo.
--Vamonos, profesor--ordeno a Flimnap--. Estamos cansando con una visita
demasiado larga a este pobre gigante, que no parece de un vigor
intelectual en armonia con su estatura. Despidame de el; digale que he
tenido mucho gusto en conocerle.
Y se puso de pie, acudiendo inmediatamente los dos aspirantes a profesor
que sostenian la cola de su toga. Tambien corrieron los portadores de su
litera para empunar los brazos de esta caja portatil. Todo el cortejo
universitario, que ya empezaba a fatigarse de una visita larga y sin
incidentes, se aglomero en los escotillones para deslizarse por las
cuatro rampas arrolladas a las patas de la mesa.
Flimnap se despidio de su protegido con breves palabras:
-Vendre manana, gentleman. El Padre de los Maestros le saluda y agradece
su atencion.
Lo que el catedratico deseaba era volver al lado de Momaren. El
entrecejo de este y su boca tirante y desdenosa le infundian terror. Se
inclino ante el cuando iba a entrar en su litera, y el eminente
personaje le dijo con frialdad:
-Me parece un buen hombre su Gentleman-Montana, pero sin ningun sentido
critico. En cuanto a sus versos, ya sabe mi opinion: muy flojos; casi
diria que son malos.
Fue a meterse en la caja portatil, pero todavia retrocedio para
comunicar a su inferior el gran descubrimiento que acababa de hacer. Una
colera sorda y fria habia registrado su memoria mas profundamente que la
vanidad halagada.
-Ya se a quien se parece su gigante: acabo de descubrirlo. Es un retrato
exacto de Ra-Ra, ese loco peligroso, nieto de aquel asesino de las
guerras antiguas que se creia un grande hombre. No es una semejanza que
haga simpatico a su Gentleman-Montana.
Y despues de decir esto se metio en su litera, satisfecho de la
confusion y la alarma en que dejaba al buen profesor.
Gillespie, mientras tanto, habia levantado el brazo que servia de
refugio a los dos amantes. Al ver Popito que el cortejo universitario
hab
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