go a olvidarse del sexo de su unica oyente.
Todas las abominaciones de la epoca actual las atribuia a las mujeres,
describiendo a continuacion el periodo de justicia y de bienestar que
seguiria al triunfo de los hombres.
Como habia sufrido mucho, su rencor de perseguido exigia venganzas. El
nombre de Momaren iba a figurar entre los primeros culpables que
castigaria la futura Revolucion.
--No--protesto Popito--. Acuerdate, Ra-Ra, que el Padre de los Maestros
es mi padre.
--Di tu madre, para hablar logicamente--repuso el joven.
--Si, mi madre, conforme a los usos del antiguo regimen, y yo te pido
que la respetes. Momaren tiene un alma generosa. Su unico defecto
consiste en ser tradicionalista y aceptar todas las ideas de su epoca.
Gillespie no experimento extraneza al oir esto. Le parecia
extremadamente logico, y hasta se asombro de que no se le hubiera
ocurrido antes. Siendo mistress Augusta Haynes el Padre de los Maestros,
era natural que Popito fuese su hija. ?Como iria a terminar toda esta
historia empezada al otro extremo de la tierra para reproducirse aqui en
proporciones de burlesca exigueidad, pero con un caracter mas dramatico y
peligroso?...
Un mugido gigantesco penetro por su conducto auricular, haciendole salir
de su actitud reflexiva. El profesor Flimnap gritaba a toda voz:
--?Que opina usted de lo que digo, gentleman?
Habia formulado tres veces la misma pregunta, sin obtener respuesta, y
los doctores jovenes, mas revoltosos, empezaban a reir del silencio del
gigante y de la confusion del conferencista.
Enganado por la fijeza de los ojos de Gillespie, el traductor habia
osado dirigirle la tal pregunta convencido de que le escuchaba con
atencion. Luego tuvo que repetirla dos veces mas, mientras a su lado el
ilustre jefe de la Universidad se agitaba en su asiento nerviosamente,
considerando como una ofensa la actitud distraida del gigante.
--?Que decia usted, querido profesor?--pregunto Edwin con la expresion
de un hombre que despierta.
Estas palabras aumentaron las risas en el doctorado joven. Algunos
universitarios se encogian y achicaban para lanzar carcajadas con toda
libertad al amparo de las espaldas de sus vecinos. Querian aprovechar la
ocasion para reirse sin peligro del temible Momaren. Este, con las
mejillas enrojecidas y la nariz mas encorvada que nunca, arano los
brazos de su sillon, mientras el buen Flimnap, avergonzado por el
incidente, balbucia sus explicaciones.
--Le p
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