o, en las que
se conoce la muerte pero no la vejez, renovandose sobre ellas una
primavera incansable. Disponen de la voluntad que manda a la
imaginacion, y la imaginacion es un pintor loco que anima con los
colores de su paleta el lienzo gris de la realidad.
Elena, al hablar asi, habia aproximado su rostro al de el. Sus ojos
parecian querer penetrar en los ojos de Robledo. Este, por un momento,
sintio cierta turbacion; pero se repuso en seguida, haciendo un gesto
negativo.
--Muy interesante lo que usted dice, amiga mia, pero los hombres
verdaderamente energicos no gustan de resucitar falsas primaveras, por
las complicaciones que esto trae.
Continuaron hablando. Ella quiso recordar otra vez su pasado.
--iSi yo le contase mi historia!... Todas las mujeres tienen la
pretension de que su vida ha sido una novela, que solo necesita ser
contada con cierta habilidad para que interese al mundo entero. Yo no
aspiro a que mi pasado sea interesante; unicamente lo creo triste, por
la desproporcion que siempre hubo en el, entre lo que yo creo merecer
y lo que la vida ha querido darme.
Se detuvo un momento, como si acabara de ocurrirsele una idea penosa.
--No crea usted que soy una de esas advenedizas hambrientas de goces y
comodidades, por lo mismo que no los conocieron nunca. En mi ocurre lo
contrario: necesito el lujo y el dinero para vivir porque me rodearon
al nacer. Fui rica en mi infancia y pobre en mi juventud. iLo que he
luchado para ocupar otra vez mi antiguo rango y vivir de acuerdo con
mi primera educacion!... Y la lucha continua... y las catastrofes se
repiten... y cada vez me veo mas lejos del punto de donde parti.
Ahora estoy en uno de los rincones mas olvidados de la tierra,
llevando una existencia casi igual a la de las gentes que vivieron en
los primeros tiempos de la Historia. iY todavia me censura usted!...
Robledo se excuso.
--Yo soy su amigo, el amigo de su marido, y lo unico que hago es
avisarla al verla marchar en mala direccion. Considero peligroso el
juego que se permite usted con esos hombres.
Y senalo a los tres personajes de la Presa, que seguian hablando con
Torrebianca.
--Ademas, antes de su llegada, la vida era aqui un poco monotona, pero
tranquila y fraternal. Ahora, con su presencia, los hombres parecen
haber cambiado; se miran hostilmente, y temo que sus rivalidades,
hasta el presente algo pueriles, terminen de un modo tragico. Usted
olvida que vivimos lejos de los demas grupos
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