el porvenir.
Quedo indecisa Elena mirando a su interlocutor, como si dudase entre
continuar riendo o mostrarse enfadada. Al fin hablo con el tono grave
de una persona ofendida:
--No me considero mejor ni peor que otras. Soy simplemente una mujer
que nacio para vivir en la abundancia y en el lujo, y jamas ha
encontrado un companero capaz de darle lo que le corresponde.
Se miraron en silencio largo rato, y ella anadio:
--Los que me desearon no pudieron proporcionarme cuanto necesito para
mi vida, y los que hubieran podido satisfacer mis deseos nunca se
fijaron en mi.
Bajo la cabeza como desalentada, murmurando contra su destino.
--Usted no sabe que vida ha sido la mia. Necesito la riqueza; es algo
indispensable para mi existencia, y he pasado lo mejor de mi juventud
corriendo inutilmente tras de ella. Cuando imagine tenerla entre mis
manos, la vi desvanecerse, para reaparecer mas lejos, obligandome a
una nueva carrera... iY asi ha sido siempre!
Callo un instante, concentrando su pensamiento, para anadir con el
mismo tono que si hiciera una confesion:
--Los hombres no pueden comprender las angustias y las ambiciones de
las mujeres de ahora. Necesitamos para vivir muchisimo mas que las
hembras de otros tiempos. El automovil y el collar de perlas son el
uniforme de la mujer moderna. Sin ellos, toda la que reflexiona un
poco y puede darse cuenta de su situacion se siente infeliz... Yo los
tuve algunas veces, pero sin tranquilidad, "sin solidez", temiendo
perderlos al dia siguiente. Como todos necesitamos escuchar, para
seguir viviendo, la cancion de la esperanza, espero ahora que mi
marido ganara aqui una fortuna, ino se cuando!... y esto me hace
soportar el horrible destierro.
Luego continuo con tristeza:
--?Y que ganara?... Centavos tal vez, cuando usted lleve ya ganados
miles y miles de pesos... iAy! Yo merecia otro hombre.
Volvio a levantar la cabeza para sonreir melancolicamente mirando al
espanol.
--Tal vez mi felicidad hubiese sido encontrar un companero como usted:
animoso, energico, capaz de domar a la fortuna rebelde... Y a usted,
para ser un verdadero triunfador, le ha faltado una mujer que le
inspirase entusiasmo.
Robledo sonrio a su vez con aire bonachon.
--Ya es tarde para hablar de esas cosas...
Pero ella le miro fijamente, al mismo tiempo que protestaba de su
desaliento. Nunca es tarde en la vida para nada. Los hombres
energicos son como ciertas tierras exuberantes del tropic
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