El ingeniero frances y Torrebianca iban puestos de _smoking_ y
Pirovani seguia ostentando su majestuoso frac... Pero ya no era el
unico en lucir esta prenda. Moreno se habia presentado a ultima hora
con el frac enviado por su mujer, pieza modesta que revelaba tener
algunos anos de vida. Pero de todos modos era un frac, y el del
contratista habia perdido el privilegio de ser unico, lo que puso
nervioso a su poseedor, dandole nuevos animos para expresar sus
deseos.
Watson y Robledo vestian trajes obscuros. Los dos se habian visto
obligados a cambiar de ropa todas las noches, para no parecer
"inarmonicos"--como decia el espanol--en medio de esta elegancia
absurda creada por la presencia de Elena.
Como el norteamericano estaba fatigado de su trabajo en los canales,
tuvo que sofocar numerosos bostezos, y al fin se levanto para
retirarse a su dormitorio. Elena le miraba ahora con interes, y no
oculto su despecho al ver que desaparecia, saludandola friamente, como
si nada le importase alejarse de ella.
El aquel momento Canterac estaba retenido por su conversacion con el
marques, Moreno hablaba con Robledo, y a Pirovani le parecio oportuno
no dejar que transcurriese mas tiempo sin exponer a Elena lo que
pensaba.
--Temia hablar, senora marquesa; pero al fin me decido, y ialla va!...
Este marco es indigno de su hermosura y su elegancia.
Y el contratista abarco con una mirada de desprecio la habitacion y
todos sus muebles.
--Si usted quiere, desde manana puede instalarse en mi casa. Suya es.
Yo me alojare en la vivienda de uno de mis empleados.
No mostro Elena gran asombro. Parecia que esperase desde mucho antes
esta proposicion, como si ella misma se la hubiese sugerido lentamente
al contratista. Pero no por ello dejo de hacer gestos de protesta, al
mismo tiempo que sonreia y acariciaba con sus ojos a Pirovani.
Finalmente parecio ablandarse, y prometio que estudiaria la
proposicion, consultando a su esposo antes de decidirse.
Esta consulta fue al dia siguiente, mientras Robledo y Watson se
hallaban en las obras de los canales.
Torrebianca, a pesar de la sumision con que acogia ordinariamente las
proposiciones de su mujer, se mostro escandalizado. Le era imposible
aceptar la generosidad de Pirovani.
--?Que pensara la gente al ver que nos cede una casa que es su
orgullo?...
Y movia su cabeza con energicas negativas. Surgio en su interior una
repulsion de casta, al pensar que pudiera protegerle aquel co
|