mmy, que era el gracioso. Se sacaban
cincuenta negros, se les ponia en circulo, y Tommy hacia saltar a
Mari-Zancos, vestida de rojo, y a nuestro perro le hacia pasar por un
aro. Luego, cuando el pequeno Tommy venia con un sombrero de copa hasta
las orejas y la nariz pintada de encarnado, andando con los piernas para
adentro; cuando imitaba al capitan y al doctor Cornelius, entonces los
negros comenzaban a reir, ensenando los dientes y soltando la quijada
hasta el punto de que Tommy solia empujarles la mandibula con cuidado
para que la cerraran. Despues se sacaba la bomba, que era un tonel con
una piel estirada, en donde se tocaba con las manos como en un tam-tam,
y bailaban los negros. Tom les ensenaba las mas extraordinarias jigas de
todo el Reino Unido. El negro es un inocente, e iba asi en el barco
entretenido, sin ganas de sublevarse.
Soliamos estar en el Brasil una temporada. El capitan nos daba algun
dinero, que gastabamos alegremente, y cuando no nos quedaba un cuarto,
ibamos todos volviendo a _El Dragon._
No se podian hacer expediciones tan frecuentes como nosotros hubieramos
querido; primero, no habia siempre negros que llevar, y luego era
indispensable tener mucho cuidado con la limpieza. Si se descuidaba la
bodega, se armaba una peste que no se podia vivir.
Por dentro y por fuera teniamos que limpiar el barco casi continuamente.
Por fuera lo fregabamos todas las semanas, y cuando recalabamos en
alguna bahia conocida por el capitan, lo primero que haciamos era raspar
los fondos para quitarles algas, hierbas y escaramujos que,
principalmente en los mares tropicales, se adhieren en tal cantidad que
dejan los fondos como una selva. Cuando no teniamos mucho tiempo ni gran
seguridad, avanzabamos sobre un banco de arena, en la marea alta, y en
la baja, cuando se retiraba el agua, limpiabamos con una escoba de brezo
lo que se podia.
A veces traiamos los fondos lavados y nos encontrabamos que, despues de
un largo viaje, el cobre de la quilla y de las partes proximas estaba
limpio como el oro; otras veces, en cambio, se hallaba cubierto de algas
y habia que limpiarlo.
Si contabamos con tiempo, buscabamos un sitio tranquilo y desierto,
hasta encontrar un buen agarradero para anclas. Sacabamos la ballenera y
el bote, los anclabamos, los uniamos con tablones, formando una balsa, y
a esta la lastrabamos con los canones. Luego fijabamos en la balsa una
polea, atabamos una amarra a la primera cofa del palo mayor, y
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