esos son unos salvajes--replico dona Celestina--. No quiero que
la Shele vaya alli. La tratarian muy mal.
--?Y Machin?--pregunto el cura--. ?Machin el mozo?
--?El de mi caserio?
--Si.
--Pero, ?no es tonto ese muchacho?
--iAh! iClaro! No vamos a encontrar un hombre perfecto como los de la
Constitucion del ano doce.
El senor vicario se permitia alguna bromita de cuando en cuando contra
las ideas liberales.
--Entonces, ?que? ?Le llamaremos a Machin?
--Me parece lo mejor.
--?Al padre?
--Al padre y al hijo. Se les explica lo que pasa y veremos las
condiciones que ponen.
--Bueno, pues les llamaremos.
Presencie la entrevista en la cocina. Era una escena triste, daba una
idea bien miserable de la humanidad. Machin padre y Machin hijo estaban
los dos arrimados al fuego en la cocina.
--De manera--decia dona Celestina con voz imperiosa--que yo le doy a la
Shele cuatro onzas y dos vacas.
--Y las azadas y el trillo--anadia Machin el viejo.
--Bueno, y las azadas y el trillo. ?Con esto estamos ya conformes?
--Es que ...--decia Machin padre, rascandose la cabeza--como la chica ha
quedado en ese estado, yo no se si estara bien..., porque las gentes
diran que ...
--Eso ya os lo he dicho antes. La muchacha esta en ese estado. Ya lo
sabemos. Conque resolved de una vez: si o no. O decid que quereis mas.
--El caso es--murmuro el viejo--que hay un trozo de tierra cerca del
barranco que no pertenece a nuestro caserio, y mi mujer dice que debian
darnoslo a nosotros sin subir la renta ... Yo no digo nada, pero mi
mujer ...
--Bueno, la tierra esa sera para vosotros.
La conversacion continuo asi, con un lujo de detalles de esa avaricia
campesina tan repugnante, y cuando llegaron a un arreglo definitivo,
dona Celestina grito a sus hijas:
--iQue venga la Shele!
Vino la Shele, palida, con los ojos bajos y las ojeras moradas.
--Hemos quedado de acuerdo en que te casaras con este joven.
--Bueno, senora--contesto ella, con una voz debil como un sollozo.
--?No dices nada?
--Nada, senora.
Bueno, ya lo sabes. Dentro de unos dias sera la boda.
--Esta bien, senora.
Machin, el joven, sonrio, queriendo echarselas de malicioso, y el viejo
siguio dando vueltas en su cabeza al pensamiento de si podia sacar
alguna cosa mas de la senora de Aguirre.
Esa es la moral tradicional de las gentes ricas. Se destroza una vida,
se deja a un hijo sin padre, se lleva la desolacion a una familia. Y se
dice
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