en el negrero saliamos de cerca
de Macao, llevando un pasaje de trescientos _coolies_ chinos para
America, cuando, a la altura del Cabo Engano, se nos acerco un pailebot
de dos palos, de esos que llaman en Filipinas _pontines_, y de el
aparecio Tristan de Ugarte. Estaba transformado; tenia una cicatriz que
le desfiguraba por completo.
Me dijo, recriminandome, que mi nombre le habia dado muy poca suerte; su
finca de Ilo-Ilo marchaba mal; sin duda no sabia administrarla.
Su caracter inquieto no le dejaba vivir. Era un hombre borracho y
nervioso. Muchas veces pense si estaria loco, tales eran sus gestos y
sus arrebatos.
Ibamos cruzando el Pacifico, cuando se nos sublevaron los chinos, y no
se si ellos o alguno de la tripulacion mataron a Zaldumbide y al medico
holandes.
Hubo luego una serie de luchas y de reyertas entre parte de la
tripulacion, que era enemiga de la otra; pero, al fin, se pudieron
arreglar estas diferencias y yo me encargue del mando de _El Dragon._
Mi plan era llegar a Europa, entregar el barco a los armadores y volver
a Espana.
Marchando por el Pacifico, hacia el sur, nos encontramos con un barco
desmantelado que nos hizo senales y nos pregunto si llevabamos medico.
Le dijimos que no, y lo unico que pudimos darles fue agua y te.
Al dia siguiente teniamos el vomito negro en el barco. Alguno encontro
en el cuarto del medico un frasco con polvos de quina. Hicimos una
pocion para los enfermos. De veinte atacados se nos murieron ocho.
Ugarte tuvo la humorada de sublevar algunos marineros estando el barco
atacado de fiebres. Queria que cambiasemos de nombre a _El Dragon_ y nos
dedicaramos a la pirateria por el Pacifico.
Tuve que arrestar a aquel loco.
Despues de una travesia larga y llena de peripecias, llegamos frente al
Estrecho de Magallanes; pero como no teniamos viento favorable, decidi
bajar y doblar el Cabo de Hornos.
Pasamos por el Cabo Deseado y el de la Desolacion, con un frio muy
intenso y tiempo claro; pero al llegar a la altura de la isla de
Wollaston se nos echo encima una bruma densisima, que no se quito en una
porcion de dias.
La prudencia nos aconsejaba detenernos, pero yo segui. Varias veces
estuvimos a punto de chocar con grandes bloques de hielo que venian
flotando. Estos bancos de hielo nos servian para hacer la aguada.
Recalamos un dia en la bahia de Nassau, y sin esperar a que mejorara el
tiempo, seguimos adelante. La tripulacion estaba aniquilada, los
marin
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