aquellos promontorios negruzcos, del mar gris, de
los pantanos fangosos, me horrorizaba.
Pase la noche en el campo, y a la manana siguiente, al salir el sol,
entre en el puerto de Wexford. Habia una goleta que iba a Saint-Malo.
Hable con el capitan para que me llevara, y tuve que vencer su
resistencia. Le di el dinero que tenia y prometi pagarle mas al llegar a
Francia.
El capitan era una especie de oso de mal humor.
Hicimos un viaje horrible, con tiempo malisimo y mar borrascoso. El
capitan, sin duda, no tenia por costumbre ocuparse del barco, y se metio
en su camarote a intoxicarse con _whisky_. A la hora, aparecio borracho,
con la nariz roja y balbuceando, y en vista del temporal, intento
cambiar de rumbo y marchar a refugiarse a Inglaterra.
Yo le convenci de que era un absurdo.
El hombre, que no tenia las ideas muy claras, hizo lo que le decia, y
llegamos a Saint-Malo.
Inmediatamente escribi a Ana Sandow contandole lo ocurrido despues de
salir de su casa e interesandole por el pobre Allen.
Al cabo de algun tiempo recibi carta suya y un recorte de periodico, en
donde se contaba la muerte de Ugarte en una venta proxima a Wexford,
llamada el _Reposo del Cazador_.
El muerto aparecia con el nombre de Juan de Aguirre, y yo, de quien se
ignoraba el paradero, como Tristan de Ugarte.
Por lo que me contaba Ana, Allen se encontraba en situacion favorable;
todos los testigos habian declarado a su favor; el ser el muerto un
aventurero extranjero, y el una persona del pais, le favorecia tambien
mucho.
Como toda esta zona francesa de Normandfa y de Bretana tiene su
principal comercio con Inglaterra, y a mi no me convenian los aires de
la perfida Albion, tarde mucho en encontrar empleo, hasta que lo halle
en un almacen del Havre.
Mi vida tenia un fin, un entusiasmo: habia una mujer que pensaba en mi.
Les escribia constantemente a ella y a Allen, y a este le enviaba parte
de mi sueldo.
Allen paso poco tiempo preso. Cuando salio fue a ver a Ana. El capitan
Sandow estaba cada vez mas brutal y mas despotico con su hija. Allen se
concerto con ella, y un dia, con gran asombro por mi parte, les vi a los
dos venir hacia mi casa.
Ana y yo nos casamos y tuvimos una nina, Mary.
Entonces, pensando en mi hija, quise enterarme de lo que pasaba en
Luzaro, y escribi a mi madre, y ella me comunico como se me habia creido
muerto y se habian celebrado mis funerales.
Mi vida con Ana hubiera sido feliz; pero mi mujer
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