altura de doce pies.
Si atabamos la cuerda en la galeria alta, podriamos bajar a la otra.
Pero ?como desatarla despues para seguir bajando hasta el mar? La cuerda
en dos dobles no bastaba. Queriamos entrar en el agua sin ruido que
pudiera llamar la atencion del centinela.
A los lados de la popa del ponton, en las aristas, habia chaflanes con
vidrieras llenas de adornos barrocos.
A esta clase de chaflanes llamaban en los navios antiguos los jardines.
No habia manera de pasar por encima de ellos.
--Dame la lima--me dijo Ugarte.
Se la di. Ugarte se fue con decision a una de las aristas del chaflan de
popa, y clavo con fuerza una de las limas en la juntura; probo si le
sostenia, se inclino y clavo otra mas abajo. Desde alli gano la
barandilla de la segunda galeria.
Le seguimos, y agarrandonos a las dos limas pudimos bajar los tres al
segundo balcon. Arrancamos la lima colocada mas abajo.
Esta galeria inferior tenia tres ventanas iluminadas. A traves de sus
cristales se veia a dos jefes sentados en el cuarto.
Desde alla nos faltaban unos quince o diez y seis pies para llegar al
agua. Debajo, todavia estaba la galeria inferior con sus centinelas,
pero en esta parte de popa era donde habia menos vigilancia.
Hubieramos podido bajar desde alla al mar por una de las cadenas que
sujetaban el ponton; pero esta cadena se hallaba tan iluminada por la
luz del fanal de popa, que tuvimos miedo de que nos viese la guardia.
Allen ato la cuerda en uno de los barrotes de la barandilla, y al otro
extremo las tablas que nos tenian que servir para atravesar los
pantanos. El irlandes comenzo a bajar sin hacer el menor ruido; cuando
la cuerda dejo de estar tensa, se descolgo Ugarte, y despues fui yo.
Hubo un momento, al descender, que crei que el centinela me estaba
mirando; pero, sin duda, fue ilusion mia.
--Bueno; vamos.
Soltamos las tablas de la cuerda y comenzamos a nadar los tres hacia la
costa. Habia mucha mar. Soplaba un nordeste muy fuerte, que comenzo a
traer grandes gotas de lluvia.
Ugarte comenzo a nadar con brio; yo le dije que tuviera cuidado, porque
se iba a cansar pronto. Me atendio, y de cuando en cuando los tres nos
echabamos boca arriba para descansar.
Nos sustituimos llevando el fajo de tablas, que nos servia para nadar
con menos fatiga.
Pasamos por delante del otro ponton. En medio de la bruma parecia un
inmenso y fantastico gusano de luz. Fuimos dejando atras el barco fanal.
Gracias a nuestr
|