e y pasar la noche en tierra. No quisimos
entrar en el pueblecito con aquellas trazas, y subimos por el arenal, y
escalando unas dunas, sin que nos viera nadie, nos metimos en el
cementerio de la aldea, y tendidos entre dos sepulcros, resguardados del
viento, pudimos descansar y dormir.
A media noche nos despertamos de hambre y de frio. Nos levantamos,
salimos del cementerio y echamos a andar.
--Vamos al pueblo--dijo Ugarte--a ver si encontramos algo que comer.
El cielo estaba despejado y lleno de estrellas; los charcos, helados; el
suelo, endurecido por la escarcha. El viento frio soplaba con fuerza.
Nos acercamos a la aldea. Era esta de pocas casas. Los perros ladraban
en el silencio de la noche. Pasamos por delante de una casita pobre con
dos ventanas iluminadas. Decidimos que Allen entrara a comprar un poco
de pan. Allen volvio en seguida, diciendo que no habia nadie.
--?No hay nadie--exclamo Ugarte--. Pues mejor.
Y entro y volvio al poco rato con un pan y un trozo de cecina.
Estabamos convertidos en ladrones vulgares, Ugarte se dirigio al puerto.
--Pero, ?a que vamos por aqui? ?No es mejor ir a la playa?--dije yo.
--Haremos una intentona--contesto el.
Llegados al puerto, se dirigio a un quechemarin que estaba atado a una
argolla, y bajo a el.
--No hay nadie. iEs magnifico! Hala, bajad.
--?Aqui?--pregunte yo en el colmo del asombro.
--?Por que no? ?Que importa robar un bote o un barco de vela? Es lo
mismo.
En el fondo tenia razon. Soltamos la amarra, y los tres, apoyandonos en
la pared de un malecon, sacamos el queche fuera del puerto. Luego,
levantamos las velas y nos echamos al mar. Habia dentro del quechemarin
agua y comestibles para unos dias. Por la manana, raspamos el nombre del
barco, que se llamaba _Betty_, y le bautizamos con el de _Rosa_, de la
matricula de Bangor, el pueblo de Allen.
Navegamos todo el dia y toda la noche y pudimos comer y descansar. La
manana del miercoles nos encontrabamos ya a bastante distancia del
ponton para no temer que diesen con nosotros. Habiamos aprovechado el
tiempo.
Si llegabamos a tener vientos favorables, podiamos arribar a Francia.
Nos faltaba un plano; pero para salir del mar de Irlanda, a pesar de la
niebla, el rumbo era bastante.
Yo estaba deseando llegar a un lugar cualquiera en donde se separaran
Ugarte y Allen. Al encontrarse ambos fuera de peligro, se desperto entre
ellos un odio feroz. Todo cuanto uno decia le parecia mal otro.
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